jueves, 13 de diciembre de 2012

Tabla Negra


Es, es… MIÉRCOLES! Pero eso no es algo muy difícil de comunicar. Por supuesto que después de leer la palabra-día germinará en cada quien lo que el miércoles evoque para sí. Yo, por mi parte, siempre lo vinculé al número 3 y a los chicos de 5to. Nada descabellado.
Entonces, recapitulando lo que sabemos hasta ahora: es miércoles, la noche está entrada y muy bonita, y entre una cosa y otra ya estamos adentro de TABLA NEGRA, aunque no lo sepamos aún. Muchachos bellos y fuertes se saludan en la puerta, y como un pequeño milagro cotidiano miro al cielo y descubro lo que mi corazón busca: una terraza, una hermosísima terraza de verano.
Una escalera ondulante, música ascendiendo y lugar libre en la terraza: santísima trinidad. No puedo apartar la vista de esa suerte de guirnalda gitana hecha con lucecitas navideñas, botellitas de vidrio colgantes y cositas extrañas que no sé especificar pero me hipnotizan. La música es, sencillamente, perfecta. Suenan los Ramones, suena Sir Morrissey, suena la sensualidad y rebeldía inconfundibles de Deborah Harry.  Por fin lo veo, un cartel indicador que reza "Tabla Negra". Estamos donde y como queremos.  
Hasta aquí, todo marcha sobre rieles. Pero una palabra que quiero encontrar se esconde. Una palabra que me ayudaría a contar cómo son las cosas acá, a puntualizar de qué se trata este recinto emplazado en pleno Palermo Hollywood que crece más a lo alto que a lo ancho, donde la cerveza está fría y con eso alcanza, donde el acento de quien la trae es centroamericano, y eso encanta.  
Pasean por mi birome un montón de letras amontonadas que, medio confundidas y sintiéndose rechazadas se suicidan atrás de un tachón de tinta, su tiro de gracia. Se me llena la cabeza de palabras, me llegan todas juntas, de golpe, me cuesta ordenarlas. Miro los tatuajes que decoran los cuerpitos gentiles de los residentes: old-school! Eso mismo: un barcito cool, con un estilo semi old-school, con graffittis en las paredes y un DJ residente.
Es miércoles, es old-school: qué más podría pedir?

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