martes, 2 de septiembre de 2014

Sábado de película - Bestia Bebé & Valentín y los Volcanes en el Salón Pueyrredón


El relato fragmentado, como sucede los días después de que se decreta que hay fiesta en el barrio. La primera escena que llega tiene lugar en la madrugada del sábado, en el legendario Salón Pueyrredón. La Bestia Bebé tocando. Una vez más, es noche de vagos, patrullas, terror. Llegamos hasta acá tratando de encontrar un nuevo bar en la ciudad para ir, trenes que no andan más y las viejas F-100. Desde el vamos, se repite la misma imagen, cada vez con más fuerza, cada vez con más voces: cuando explota la popular, todos juntos vamos a cantar. Y ahí están todos, entonando los himnos hiteros a más no poder. La boca pastosa, otra escena sensorial: después de lo que te pasó, sé que es muy difícil seguir.

No importa, todo va a estar bien, no me expliques. Hay una de Bonitas Páginas que te va a levantar y ahora por fin: estamos bien, estamos muy bien. Busqué otras formas de pensar, otras formas de actuar. Pero esta vez, me sale así. Un personaje: Luchador de Boedo, ese que será siempre para el barrio el gran campeón. Una promesa: si bien, todos se olvidarán… todos, menos yo. La escena final: hey-ho ramonero al ritmo de Embajada Boliviana. Una idea descabellada: hay una banda nueva, y es de las más grandes que hay. Podrán nacer nuevas estrellas, podrán gastar muchos millones más, pero a la Bestia Bebé… nunca lo podrán igualar!

Todos los sábados del mundo. Todos los sábados del mundo y yo acá, viendo a Valentín y los Volcanes cerrar la fecha. Si todo lo que me hace bien, es justo lo que me hace mal. Y todo lo que me hace mal es lo que más disfruto yo. Miro el reloj, el tiempo no existe. Hace horas que pasó la medianoche, hoy he envejecido un poco más. Mala suerte, soy el hijo de la oscuridad. Prendidos fuego todos los clichés, la banda de Jo, el gran hombre de este planeta, se apodera del escenario. Toma uno: Todos se fueron, todos menos vos y yo. Frente al escenario hay una danza amistosa. Crujen los pisos, aunque hayamos dejado de caminar. Tendremos tiempo para creer, ahora resta entregarse y bailar. Nuestros caminos, nuestros destinos. “Vamos, vamos, baila conmigo esta noche”, Eso pide cada acorde de los tracks de la lista, pegada en el piso, con un poco de cerveza que se volcó en sus esquinas.

Le dan Play al viejo walkman blanco y todo cobra su sentido adverso: cayó la noche a la ciudad, los terremotos siempre están adentro de casa. Toma dos: Dejemos todo y vámonos de esta ciudad, los chicos de Orense no dormirán jamás. La heroína de la historia, Mi pequeña Napoleón, a quién irás a conquistar en este día, si los días felices no están hechos para vos, y el tren que pasa muy lento te habla de amor. Y cada día será una noche, mientras tu madre te extraña. Toma final: En el futuro te volveré a ver, adonde sea que sea que estés. Aunque tenga que tomarme todos los Plaza que atraviesan ese universo cuadrado. Porque, hay que admitirlo, siempre es lo mismo: nuestra casa está fuera de la gran ciudad. 

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