viernes, 15 de febrero de 2013

El (otro) Álamo


Se está gestando la tormenta, ese instante previo a lo evidente en el cual la pandilla de nubes grises, oscuras y densas asaltan el cielo, en complicidad con esas ráfagas de viento que hacen girar en trompo a las hojas crujientes y el polvo se levanta dando inicio al ritual. 

En ese contexto de magia y deseo tuve mi bautismo de agua en dos ruedas tracción a sangre, y así fue como me transformé en una persona nueva y buena. Este suceso amerita festejo, y con la brisa nueva de noche de verano vamos a por una fresca en esa nueva sucursal de la que nos llegó el rumor, y nos termina de convencer el factor terraza, como siempre.

Directo a la planta alta, a la barra de la planta alta, para ser precisa. El muchacho del otro lado nos devuelve una jarra, símbolo inequívoco de verano, y la jarrita es simpática, plástica y coloreada, como la de una fiestita infantil. Los vasos también son plásticos, para no desentonar. 

La música no llega nítida, pero lo que llega responde bien a mi gusto personal, y acompaña a los jóvenes amistados que no completaron las plazas disponibles, pero se los ve risueños y tiroteando a más no poder.

Las paredes que delimitan el perímetro son coloradas, y contrastan con las siluetas negras de unas palmeras datileras, quizás para que la barra, con unas cañas de simil bambú, no se sientan solas. 

Claramente, un lugar que responde en un ciento por ciento al concepto "previa", que tan extraño me resulta. Un lugar para pasar a tomarse unas jarritas a un precio razonable, conversar relajadito, y seguir. 

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