lunes, 19 de noviembre de 2012

La Noche de Los Museos





Es la 9na edición de La Noche de Los Museos, y sin embargo, va a ser la primera vez que me una a la masa que va de aquí para allá atiborrándose en la puerta de cada recinto de arte que hay en la ciudad que no duerme.

Arrancamos temprano, porque  ¡ay inocentes!, pensamos que hay forma de evitar los metros y metros de filas de humanos de todas las edades, géneros y formas. La suerte de principiante nos acompaña, y llegamos al primer museo del recorrido (previamente diagramado, claro) y si bien hay visitantes moviéndose de aquí para allá, como hormiguitas en una pecera, podemos pasar sin problemas y colarnos en la visita guiada, donde tratamos de entender la pauta que guió al artista en la obra expuesta a la vez que nos cuestionamos si explicar con palabras lo que él mismo decidió expresar con objetos multicolores y diminutos no sería una crueldad…

Hay un patio, y vamos a visitarlo como un caminante visita el oasis en el desierto: música en vivo. Me gusta. A mi oído le gusta la música de las guitarras y el bandoneón, a mis ojos les gusta el patio interno con árboles y plantas y estrellas y aire puro.

Seguimos camino. Vamos a renunciar 2 veces a la cola que da vuelta la manzana, pero vamos a deleitarnos con un museo laberíntico con obras al mango y vamos a finalizar el recorrido en un edificio histórico y colosal, sólo por el gusto de estar del lado de adentro por las tantas veces que pasamos por adelante aplaudiendo su fachada magnánima.

Exhaustos, nos volvemos a casa casi sin fuerzas. Volvemos nutridos de arte plástica a más no poder. Nos prometemos volver por los que quedaron fuera de itinerario. Nos preguntamos qué nos pareció la experiencia, sin saberlo bien…

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