La ventaja de llegar temprano es atestiguar el
inicio del rito: la Compañía Terrestial dando vueltas por el lugar. Cargados al
mango de sensaciones intensas, contagian sus nervios, su ansiedad, su pasión,
sus ganas. Están los sobres con los premios, como si el disco no fuera suficiente.
Y cada sobre pensado especialmente, dedicado, dibujado. Cartas escritas a mano,
una reliquia en estos tiempos, que funcionan como un perfecto transmisor de
amor entre quien la escribe y quien la recibe. La primera emoción fuerte de la noche
llega adentro de ese sobre de papel madera que es una puerta a su maravilloso universo.
Sentirse parte de su mundo, ser un visitante en su planeta colmado de emociones
puras.
Facu Tobogán inicia la velada en un Liverpool repleto.
Con su guitarra y la magia hipnótica de sus canciones inaugura el encuentro. El
público recibe sus melodías desde el piso, el catálogo de temas repasa su
discografía solista arrancando por “Entre las sombras”, de su cautivador EP Cuentos de Terror. Temas de Jonny
Clift, algunos Lados B y un final intenso con un cover del Flaco Spinetta
que deja el corazón abierto para lo que sigue.
En el local de Palermo el público arenga por Mateo.
El aplauso pide que la banda tome las riendas, quienes con formación completa y
el pecho abierto detonan el primer disparo, “El Big Bang”. El sonido del lugar
es impecable, y un poco alejados ya del folk sencillo explotan en una cadencia
más rockera que refleja la madurez de su desarrollo musical. La lista de temas sigue
el orden del disco que están presentando, que es una verdadera delicia. La
lluvia de papelitos estalla en el momento justo, y esa marca registrada de confeti
en vivo retrata el momento perfecto.
Globos con papel picado, como piñatas que
sobrevuelan las cabezas y revientan de energía, ni más ni menos. La retroalimentación
es continua, y la emoción de la banda se hace patente en las sonrisas de los
seguidores de siempre. Cantarle a un amigo, a la esquina del barrio, al afecto.
Creer que el amor es lo que va a salvarnos. Las voces de Belén y Mateo armonizan
de manera justa, Terremoto es un lujo en
las cuerdas, Mariano Posse hace del bajo un monumento y la batería dispuesta un
escalón arriba ordena el beat pulcramente.
Están en su mejor momento, presentando un disco
que los consagra y hace justicia de esa música maravillosa que regalan sin
reparos. El show es un augurio, La Energía es simplemente perfecto. Perfecto
porque está hecho con entrega, con transparencia, con la intención de
transcender el individualismo y derribar muros y hacernos partícipes de esto.
Pasó la piel erizada, el aplauso hasta enrojecer las palmas, el coro desmedido
de una canción que se hizo himno y estoy feliz de haber vivido, una vez más, la
experiencia es sentir que viajamos por las galaxias eliminando el mal del
universo.
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