Afuera se agitaba la tormenta, pero en La Casa todo
es calidez. Lo que hay después de la escalera es muy parecido a esa sensación
que deja el olor a una Exquisita recién salida del horno. Esa familiaridad aún
en los lugares nuevos. En exclusiva primera fila, en una mesa franco-tabalera, puedo
ver hasta el más minúsculo movimiento de Los Monkeyness, mientras Fede Petro se
acomoda y Lindsay Garfield prueba el mic. Son muchos, tantos que hay prestar
atención para no perderse a ninguno. Pero como en un tablero de ajedrez, queda
cada uno en su lugar y ahí apretaditos se los ve muy bien, y se los escucha
mejor.
La voz del auténtico folk, nada de complejidades
para definir a Lindsay Garfield. Los Monkeyness acompañan de la manera más justa,
sonando impecables. Fede Petro hace lo suyo, y al mismo tiempo hace las veces de
anfitrión. Inauguran la velada las canciones de Paige and the Thousand, y el público
se va acondicionando. El clima está creado, algo de Nueva York y de San Francisco
se instala en Palermo por un rato. El repertorio es pertinente, la voz es un
hechizo, y en la carpeta de country-folk entra el nombre de Lindsay sin mediar
cuestionamientos.
La Monada es una masa. Sus canciones country se
prolongan en la misma sintonía, y la armonía de su sonido los hace un verdadero
encanto. El violín y la mandolina son un poco las estrellas, aunque quisiera
decir que casi al borde del improvisado escenario, la slide es un lujo. Se divierten, y eso se contagia. Por eso pedimos
una más, y ellos gustosos tocan las que tenían bajo la manga. La despedida va a
tono con el show, y se van con un cover de Lay down Sally, hit country de todos
los tiempos. Cierre perfecto para una fecha folkie
que supo estar a la altura de las expectativas, que nunca son pocas, y que
facilitó la bravura suficiente para hacerle frente a la lluvia que furiosa golpea la ciudad de la furia.
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