Hay
edenes que están a tres cuadras de tu oficina, y vos ni idea. Pequeños paraísos
en cuyas vidrieras brilla Resistencia, biblia de la cultura
punk rock, y entre sus pasillos hay cajas con libros que liberarían
tu corazón y tu cabeza por algunos morlacos nomás. Oasis en forma de librería
que te dan una tregua de toda la mierda de
todos los días. Un entrepiso donde la Palermo está helada, y te deja borracha
de tanta felicidad y tanto arte sucediendo en vivo, para que te des cuenta que
vos también estás vivo, el milagro eterno del juego de palabras.
Hay
jardines de papel y tinta negra donde germina la causa independiente y duermen
las portadas más lindas de todos esos textos que te redimen de tus días grises,
de tus quejas absurdas por ser de los caen en la pose forzada, sin querer pero
sin evitarlo. Palacios en San Telmo donde la inspiración te asalta, y escribís
sin querer un poema cursi, pero seguro es culpa de esa versión de Mandolín que
hace Leandro cuando tus ojos brillan y vos no sabés distinguir si es ebriedad o
liberación.
Olimpos
donde los jueves a la noche una escalera te lleva a los cielos, y en ese cielo
hay anarquía y todos son dioses y recitan poesía hasta que la cabeza te estalla
y Pat Morita toca unas canciones con su guitarra de pasto y alguien desde la
actuación pretende enseñar un poco en serio, un poco en broma del amor y otros
demonios. Hay una causa, a la que adherís completamente, PACHA FUERA DEL PACHA.
Que lo liberen, que la libertad de expresión sea bandera, ahora y siempre.
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