“La
música es mi tatami”, me dije en voz baja mientras caminaba por Guardia
Vieja, antes de que el sueño se terminara. Tenía expectativas altas y muchas
ganas de sentir a Noctámbulo
sonando en vivo. Se trata de un disco que me transporta, quién puede
juzgarme por eso. Los Mutantes del
Paraná se la jugaron, no repitieron la fórmula, y en ese viraje incorporaron
sonidos cálidos que desembocan en ocho tracks
intensos y sentidos. Llevar esta carga instrumental al sonido en vivo es un
verdadero desafío. Pero aseguraron estar listos para hacerlo, y como en la
cancha se ven los pingos, el público al
pie del escenario los aclama.
Diez músicos sobre las tablas amedrentan. El juego de luces acompaña, y la proyección del arte de tapa da el contexto.
Sin mucho preámbulo, se lanzan de lleno. Esta primera parte del show está
íntegramente dedicada a Noctámbulo.
Para deleite de los fieles seguidores, no sólo el clima es totalmente festivo,
sino que el sonido es impecablemente fiel al de la grabación. Aplauso sostenido
por el logro alcanzado. La lista va avanzando como si el disco estuviera
corriendo. “Sin patrón” es un festival de coros, y no será
el único. Con frescura, con muchísima energía, con esos timbales sonando duro, con
una percusión precisa, con el trío de vientos aportando su sello, con esa
guitarra extra que se luce brillante en el centro de la escena. El teclado es
un punto fuerte, el contrabajo es la delicia de siempre, la guitarra a la
izquierda completa el cuadro. En el medio del baile, algo me impulsa. Escribo
sin despegar la pluma, y transcribo sin asumir el riesgo: Es trance pero sin
tranza, todo es orgánico y honesto, nada siniestro, son todos nuestros. Cada sonido,
cada ritmo, cada latido. Si yo vibro, la música no puede ser sólo sonido. “Capricho”
cierra esta etapa.
Entrados ya en calor, vuelven los
músicos, se reactiva lo que se daba. Dos bellísimas bailarinas aportan su baile
gitano, ¡y cómo no estar a pleno bailoteando! Sudan los cuerpos, zumban los
oídos, sacuden las caderas. Canciones de su primer LP, el clásico combo de covers, y la energía inconmensurable que
generan y propagan en sus presentaciones en vivo. Lo dejaron todo, lo dieron
todo. Quién se atrevió a dudar de que posterior a El
Entrerriano, Los Mutantes del
Paraná no tuvieran mucho, muchísimo más para dar.
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