miércoles, 13 de mayo de 2015

Festi NaN


Resistir. El papel se trata de eso, a veces. De la resistencia en sus diversas formas. Ganarle a la pantalla, y que triunfe al tacto el papel. Motivo suficiente de festejo, y a lo grande. Un festival que celebre con música, poesía y feria a la música, la poesía y la feria. Meter las narices ahí, asomarse a la primer jornada y tratar de decir con palabras de este mundo lo que los seis conjuntos musicales saben decir con canciones.

La sala del Matienzo espera tibia. Tímido, el público se acerca al escenario. Valiente, intrépida, Natalia Ponso arranca el viaje. Solista no tan sola, se deja acompañar por Matías Zawadzki en contrabajo y Claus Hesse en guitarra eléctrica y trombón. Tres universos diversos que se funden por momentos, y por otros se mantienen navegando en rutas paralelas en la misma órbita. Las canciones fluyen y en ese vaivén construyen desde su sonido esa atmósfera que va ganando lugar. La estética de Natalia atrapa, encandila. Pero hay algo más, algo que se filtra en la profundidad y fuerza de su voz, en la potencia de los acordes. No es inocente. No lo es desde las letras, tampoco desde las melodías. Desafía el lugar común de cantautora, y la apuesta se juega en un campo donde la sonoridad es honda, oscura, para nada naif, no hay ingeniudad. Se trata más bien de ir develando un secreto. Será cuestión de ir a buscarlo en sus canciones. En una presentación cortita y al pie, abre la puerta para que salgamos a jugar, pero sin las máscaras puestas.


Los Chicos de Portugüal llegaron desde la ilustre ciudad de La Plata para sacudirnos. Tienen su metodología, que dista del desastre, y aún así sacude como pocas. El disco que llevan en su haber es un valioso botín que en once canciones le vuela la peluca hasta al más aguerrido. Las canciones que conforman la lista de temas de este show viven ahí mismo. En vivo repiten esa misma precisión, y le suman una energía transformadora que multiplica a los cuatro en cientos. La batería destila talento, el bajo supera cualquier expectativa, las guitarras eléctricas se lucen en la justa medida y las voces, repartidas, completan el plan perfecto. Al pie del escenario, desde donde no se pierde visión de ninguno, casi en un semicírculo, me los figuro como un relojito musical entrenado, ensayado y listo para hacernos bailar.

Con Ivo Ferrer a la cabeza, Los Tremendos copan el escenario. Y no es sencillamente una forma de decir. Los ocho integrantes de este fantástico delirio musical se desparraman y esa expansión física provoca un efecto inmediato de imantación en los asistentes, que no pudiendo resistrse, se entregan en cuerpo y alma a la festividad que propone la banda desde sus letras, desde su sonoridad, desde las sonrisas inmensas y los guiños en sus gestos. Ahí arriba la están pasando bien, queremos lo mismo acá abajo. Ellos saben, ellos proponen, ellos disponen. Haciéndole honor al nombre, transforman el lugar en una verdadera fiesta. Aplausos fuertes, espíritus liberados. Ritual de celebración, donde los responsables por ejecutarlo tienen pleno conocimiento del juego. Las melodías trabajadas, las voces coordinadas, sincronizados todos y emitiendo en el mismo canal. Música de los amigos para los amigos. Prometen publicar un adelanto del disco en junio. A estar atentos.

Lu Martinez en bajo, Lucy Patané en batería, Marina Fages en voz y guitarra eléctrica o Marina Fages y las Chicas de Humo. La propuesta sorprende. Sobre todo, después del disco a dúo que editaron en el 2013 Fages & Patané y para quienes se dejan seducir por el funkie-groove de “Realmente Grande”, obra maestra de la inigualable Lu Mar. Contundentes, arrolladoras, multifacéticas, versátiles, y por supuesto y sobre todo, talentosas. Este power-trío despabiló en un perfecto cachetazo de sonido. Y como si con estas féminas fatales fuera poco, Fernando Kabusacki suma su guitarra como invitado en algunos temas. Qué palabras elegir que sean fieles a lo que hace Kabu con esas seis cuerdas. Su aporte no suma, multipica. La energía es total, la sala transpira, el cuerpo abre un registro nuevo en su fichero de sensaciones. En esta nueva versión más grungera las chicas lo dejan todo, y el público lo recibe agradecido por el aire nuevo.

Entre banda y banda, hay poesía. En el primer piso, hay feria de discos, NaN para llevar, remeras, sellos y gente amiga. De fondo, todo eso que (no) suena en la radio. La musicalización de y por la escena indie. Fes-ti-val, separado el sílabas y con mayúscula. 

Turno de la Bestia Bebé. Y como sucede siempre que este cuarteto se sube al escenario, hay fiesta en el barrio. Tom y los suyos, el fútbol y los amigos. Las canciones punkies cortitas, contundentes, tejidas de sabiduría cotidiana. Algunos de los personajes de las figuritas dispersos por ahí. El mosh, el pogo, los gritos, los abrazos. Canciones para la celebración, para enmarcar el momento y vivirlo intenso. Potencia en estado puro. Disolución total de la barrera público-banda. Ellos tocan, la intensidad se acrecenta. Presentan temas nuevos, que son bienvenidos y celebrados. Lucho, de The Hojas Secas, se sube a cantar una. Ya dije la palabra clave: amigos. Ya saben que ellos son el alboroto, la farra y la sencillez de no pretender nada y en eso dejarlo todo. Que el escenario sea siempre una cancha. Que los que van a verlos sean siempre una avalancha.


Se perdieron unas llaves – dice Anabella, guitarra y voz al frente de Las Ligas Menores, banda que cierra la primera fecha de este festival. Frase que recorrió los escenarios más gloriosos de los recitales más extremos de la escena punk de los 90s, a eso me remite inmediatamente esta frase. Y todo lo que viene después, también. La pollera escocesa ayudó, tanto como la estética musical de la banda. Las voces lánguidas, la guitarreada rítmica. Hay algo en su propuesta que cautiva. Los temas de su disco homónimo, otra joyita de Laptra. Abajo sigue el descontrol lindo, los saltos, las voces alzadas en alto, la ronda que encierra algún emujón, algún salto. Con toda esa energía destilada y acumulada, cierran la fecha. Muy buen final de fiesta. Si te quedaste con ganas, tocan este viernes acá.


Y como quien no quiere cosa, o no la entiende o busca perderse, al día siguiente encuentro en el bolso las NaN en promoción, las anotaciones en la libreta y la dicha de saberme testigo de una gratísima propuesta. Larga vida a NaN, amén!

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