Sentirse a gusto, como en casa. Bien recibida,
cálida. Los lugares como estos pueden ser arcones de recuerdos de noches que
están por venir. El espacio colmado de personas con las que seremos ex-amigos
antes de conocernos♪♫. Es difícil determinar los motivos que hacen de Casa A un
bunker perfecto. Como las viejas recetas familiares, que las nuevas
generaciones intentan copiar sin alcanzar el mismo resultado, aunque sigan las
instrucciones al pie de la letra. Ese mismo misterio, que intriga y gusta.
Quisiera poder aplicar para mandarme mudar acá.
Las terrazas de los edificios vecinos, las
cuento, les dibujo el borde en el aire con esta misma lapicera. Proyecciones psicodélicas
en las paredes de una, un cuarto con cuadros, y otro y otro. Una cocina que
oficia de barra y expende bebidas en frascos, como medicamentos milagrosos
recetados por sabios.
Un patio es la gloria. Una noche de otoño, una
pequeña manada de desconocidos abrazando la música nueva, un puñal en mensaje
que no llega, una señal, la misma. Hernán Segret dispara los primeros acordes, con
guitarra y sin mic. Mientras lo escucho pienso en próceres del rock local, en
uno delgadito más que en ningún otro, y en algún músico de Morón del que hace
mucho no tengo noticias. Me gustan sus canciones, la armonía con la que las
hace sonar, su voz serena. La dulzura. Un muy lindo inicio para esta noche musical.
Al costa hay una huerta, la vida arrinconada y
el hospital perfecto para una menta. Una de esas lámparas que dan calor, uno de
esos calores que energizan los días de rutina. Francisca y los Exploradores, en
versión solista y dúo. “De su sal”, “Todos
como vos” casi a cappella,
porque la guitarra es rasgueda apenas. Imponiendo su modo, su forma y su
tiempo, hace con las canciones lo que quiere, las moldea de nuevo, y así nuevas
las entrega y son hermosas también. Nico Garay se acomoda en el teclado, y la
música encandila de otra manera, con una energía que camina las notas. La voz
pasa a un plano casi silencioso, pero el giro sonoro resulta interesante y el repertorio
no excluye los hits Barbuda.
Hacia el final todo se transforma otra vez, de
la silla contigua me llega una palabra que resume la situación: “enloqueció”. Y en una versión a su
propio estilo, Fran canta “Viejos Vinagres” a puras bases. Se despide con “El
día de la lenteja” y deja en evidencia que solo, acompañado, con madera o pc,
el escenario es su lugar.
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