La piba de la batería mira al guitarrista. Se
ríen, cómplices, y justo ahí es cuando cruzo el telón que separa la helada
noche de viernes del show intimista que están dando Los Perros Viejos en Bemol.
Eso no es llegar tarde, es llegar justo. Se trata de otra presentación del
grupo como tributo a Fito & Fitipaldis. El cuarteto suena suave, pero
limpito y parejo. Rock íntimo y cercano, acaso no es eso lo que se propone Fito
Cabrales con este proyecto.
Tocan la que yo elegí como hit, “Un buen
castigo” y ahí mismo percibo cómo se escapa junto a las notas el potencial que
encierra la banda. Pero esta noche están contenidos, adaptados a las
condiciones de lugar y tiempo. Confío en esa versatilidad, sé que la próxima
vamos a poder agitarla de parados y a viva voz gritar los estribillos.
En una mesa a la que me arrimo, tímida, escucho
el paralelismo entre la voz que canta y la de Café Tacvba. Es que el acento de
afuera siempre desconcierta. En lo que coincidimos, seguro, es en lo atinado
del tono, la suavidad en la cadencia, la fidelidad a la versión original sin
por ello perder la marca personal.
Un puñado de canciones que reúnen ritmo,
melodía y actitud rockera. Un guiño nostálgico en la lírica de las letras, una
mirada cómplice al universo del rock, pero hecha de frescura y presente.
Pedimos bis, pero nos dejan con las ganas. Y ahí reside el secreto: ya estamos
dispuestos para el próximo reci, esperando que llegue antes de que cuente diez.
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