lunes, 28 de enero de 2013

Museo Sívori


Extrañaba esos lugares que elijo para huir de la vorágine pero que paradójicamente están emplazados en el centro de la misma, y así fue que decidí deliberadamente ir a visitar el Sívori. Es la hora del ocaso, ahí cuando el día y la noche se unen en un abrazo que estalla en esa fusión de colores imposibles de imitar. Necesito ser testigo, necesito no dejarlo pasar.
Sé que voy a encontrarme con contraluz, de Juan Gatti, pero sé perfectamente que eso será el efecto secundario de mi dosis de sosiego. Claro que la exposición es exquisita, porque el artista lo es también. Pero esta vez yo sólo quiero rescatar al Sívori como otro de mis bunkers citadinos.
Si la Ciudad estuviera en llamas me complacería dejarme envolver por lenguas de fuego, si es que ellas se decidieran a pasearse por el Museo. Que me encuentren festejando por dentro el placer inmenso que me produce ese cubículo donde se erige insolente el tronco de una tipa y veo sus raíces a la altura de mis hombros; o que me encuentren sentada en el banco de madera al lado del niño de piedra mientras me dejo envolver por el sonido del tren, latido del corazón de las ciudades en llamas.
Levanto los pies del piso, cierro los ojos y me dejo envolver por el ambiente. Es un viaje fugaz, pero certero. Llego a destino, me encuentro conmigo, tomo la punta del cable, junto todas mis fuerzas y lo arrojo lo más lejos que puedo. Porque de eso se trata mi paseo por el Sívori: cable a tierra.

jueves, 24 de enero de 2013

pero el verano no estuvo tan mal... ♪♫


bajo la noble inspiración de la eterna Reina Pizarnik

Intrepidérmica Lupe, quien anduviose de viajegiro por el Sur relatonando sus buenaventuranzas allícá. Por cieliterra tranckiescalanteando busconcontró la teletransformación tevetransportándose en el aire que respiran los cerros; chapoteobautizándose aje en agua de lagos verdizules de protomilcolores; prendiencinándose de rayiloquios los ojundos y agora verde-fuegos con que mirad al undiverso; mezcalitando en sus niembros inferiosuperátiles agua y tierra cuya resultante dio pieces de barro con losqui anti-aferrarse firmamente al suolo sola (o no). 
Asifuequé de los 4 elementos naciómente una nueva Lupe. 

miércoles, 23 de enero de 2013

Lago Escondido - Villa Tacul


Llegué del paseo, me pegué una ducha helada y después por fin me miré al espejo. Ahí los vi: el Lago Escondido, con su transparencia critalina ofreciéndose sin reservas y su profundidad difícil de calcular, con su superficie que es reflejo de todo aquello que lo rodea y su mansedumbre. La orilla del Huapi atrapada en Villa Tacul, coloreada de un verde imposible de describir, ese color que la paleta de ningún hombre podrá jamás imitar. 

El lago en mí, atrapado para siempre en las aguas que se agitan atrás de mis ojos. Este, mi mejor souvenir. 

martes, 22 de enero de 2013

Huechulafquen


Ya perdí la cuenta de cuántas fueron las veces que embriagada de éxtasis imaginé hasta el más mínimimo detalle de este encuentro, diseñando en mi mente cada fracción en el espacio como si mi cuerpo hubiera viajado hasta allí para vivirlo.

Largas noches de insomnio combatiendo fantasmas valiéndome tan sólo de esas imágenes como escudo. Un oasis creado por mí, para mí, a donde guarecerme cuando la realidad me obliga a tirar la toalla y levantar bandera blanca.

Vi correr tantas veces las 4 estaciones y yo refugiada al amparo de esa sola idea que todavía no puedo dejar de temblar ante la inminencia del encuentro. Vamos, por fin, a vernos las caras y, aunque el universo es infinito sé que durante el tiempo que dure ese instante  vamos a ser sólo el Huechulafquen y yo. 

Tuve tiempo, preparé un regalo hermoso: un compilado de amores caducos y amantes por venir, de proyectos cumplidos y sueños frustrados, de amor y de odio, de perdones y olvidos, de heridas que sangran y cicatrices desgastadas, de certezas y de incertidumbres, de planes e itinerarios y visiones de futuro.

Lo dejo todito a su orilla, y él arrasa con todo. El Huechulafquen me muestra que andar liviano es el primer paso antes de aprender a volar. 

lunes, 21 de enero de 2013

Bosque de Arrayanes o Lupe Mapu Malen


Llevo mi capa colorada puesta para que todos en el bosque puedan identificarme fácilmente. Llevo también la canasta de mimbre cargada de pies, scons, y frasquitos de mermelada casera confiando en que a la abuelita la puedan deleitar.

Voy caminando entre los árboles de arrayanes y los cipreses cordilleranos con mi andar ligero de niña buena saludando a los animalitos que cruzo al pasar.

Conozco el guión, conozco el final. Sin embargo, algo en el bosque está fuera de lugar. El encuentro se precipita, y antes de lo pautado siento como un puñal la mirada animal del lobo clavándose en mis ojos de nena de mamá. 

Presa del miedo, se evapora en el aire mi grito de socorro y queda retenido para siempre al filo de mi garganta, que bien quisiera aprender a aullar. Sostengo durante un instante, que me resulta infinito, la tensión en mis ojos. Desafío a la bestia y de nuestros cuencos orbitales nacen rayos de fuego que lo incendian todo.

Como si se tratara de una ceremonia secreta, damos en simultáneo un salto eterno y nos fundimos en el aire antes de volver a aterrizar. El lobo en mí. Los dos lo sabemos, el cambio es genuino, rotundo, irremediable. Aunque ambos seamos tristemente conscientes de que difícilmente los otros lo puedan notar. 

domingo, 20 de enero de 2013

Villa Traful


Las travesías en bus me resultan desde siempre un entretenimiento singular. No las considero en lo más mínimo una pérdida de tiempo, las vivo más bien como el espacio propicio para organizar el itinerario o repasar los destacaditos del viaje. Además, el ronroneo del motor y el vaivén cíclico de todas esas ruedas gigantes provocan en mí un efecto adormecedor contra el cual es inútil que luche. 

Me toca esta vez del lado de la ventanilla por donde se filtran los rayos del primer sol de la mañana junto a una humareda de cenizas y polvo que me obliga a entrecerrar los ojos, y no pasan más de 15 minutos que ya estoy dormitando. Ay, qué pudiera darme más felicidad que dormitar así! Mi mente divaga, condición sine qua non en este estado intermedio entre la vigilia y el sueño, y se pierde pensando en círculos y si será cierto que ellos son la forma geométrica perfecta... Frena el bondi, fin del delirio, a cargar la mochila y salir a patear.

La subida es breve pero intensa, el premio es escuchar la cascada del Aº Coa Co, ese murmullo de vida que ningún sonido puede igualar. Bajo a los saltos, casi como una liebrecita, y me siento en el muelle un rato a respirar. Otra vez el sonido del agua en movimiento, el lago chocando contra las rocas, marcando su ritmo incesante, eterno. Como una ráfaga de viento me asalta el pensamiento un círculo, pero ahora en espiral, y por fin lo comprendo. El círculo como ciclo, como el cambio continuo, como el agua fluyendo, el mundo en movimiento y todos y cada uno, cada cosa, cada suceso en unidad.

Estoy en Villa Traful, y esto también pasará. Pero ahora, estoy acá.     

sábado, 19 de enero de 2013

Viejo Fred - Villa La Angostura

Tomar una cerveza artesanal tirada y comer algo al paso, no puedo decir que esto sea nada fuera de lo común. Lo diferente esta vez es hacerlo a cielo abierto. En este cielo, donde no alcanzan los números para contar cada estrella, donde el aire tranquiliza la ansiedad porteña y deja somñoliento y contento al turista pasado de rosca.

Fundamentalista confesa de las mesitas afuera, pensé erróneamente que ninguna podría sorprenderme ya. Pero Villa La Angostura tiene una mística que hipnotiza. Todo acá se cocina a fuego lento, y las experiencias no son la excepción. Se respeta el tiempo de elaboración, se valora y se disfruta el proceso, se lo transita lento, se lo saborea.

Elijo Viejo Fred  para captar esta esencia, anotador en mano hago esta pequeña observación.

viernes, 18 de enero de 2013

Villa La Angostura

Existen cuentos de hadas y princesas, existen también películas de Disney de moraleja liviana y final siempre feliz. Existen canciones infantiles de rimas pegadizas y cuentos orales que van pasando de generación en generación.

Visualizaciones de la casa de dulces en Hansel y Gretel, del bosque encantando donde descansa la Bella Durmiente o del mundo subterráneo en el que viven saltarines y contentos los 7 Enanitos.

Existe, por supuesto, la imaginación. 

Pero atenti a lo siguiente: para quien busque superarla, existe en la provincia de Neuquén un lugar llamado Villa La Angostura. 

jueves, 17 de enero de 2013

Antares - Bariloche


Latitud Sur. Nada podría entusiasmarme más que estar acá abajo. El cielo está completamente despejado, las estrellas titilan con más intensidad y se multiplicaron, la luna es apenas el borde de una uña y un calorcito atípico nos envuelve con sus brazos hechos de sol y montaña. Lo más parecido a suerte de principiante que me haya tocado jamás.

No es nada original de mi parte, pero al mismo tiempo me motiva conocerlo en su locación vecina. La esencia se mantiene intacta, me alegra corroborarlo. Se trata de un barcito muy bien puesto, y suma atención en este punto, porque no es poca cosa. Un barcito bien puesto, cerveza artenesal variada y exquisita, atención de primera y un ambiente agradable y/o amigable, no me decido aún. 

Me acodé en la barra hace rato, y ya voy por la segunda del 2x1 (larga vida a 2x1!) que se me está subiendo al coco, aunque no reniego. ANTARES puede convertirse también en puerto seguro, sea donde fuere que nuestra barca se encuentre naufragando. 

Desde el Sur hasta mi Buenos Aires querido alzo mi pinta una y mil veces por la repetición, SALUD!

miércoles, 16 de enero de 2013

El Tronador o Lupe de Fuego

Vaticinio, acaso, de esas huellas invsisibles que nos persiguen para siempre fue la hipnótica voz de Marina Fages? Será esta LA provincia, soy acaso acá un avión cargado de bombas que explotan? 

Mi viaje al Sur, lo pienso, lo digo en voz baja como susurrándolo y lo escribo. Ese, el camino terrenal de mis ideas. Pero desde acá abajo manejo otros códigos, es tan abrumadora esta visita que olvidé el abecedario y no tengo más alternativa que construir uno nuevo.

Las vocales, alma y esencia de mi nuevo lenguaje, están ancladas en los senderos de El Tronador. El camino es ahora celestial: lo grito a viva voz a los cuatro vientos, lo siento, apenas si lo pienso, lo escribo encriptado en el viento.

Que el aire sureño lleve mi mensaje y mi voz llegue a tus oídos como un beso del viento.

martes, 15 de enero de 2013

El Tronador - Metamorfosis

esto NO es ficción

El tiempo no existe, sin embargo yo hace horas, días y meses que veo correr las agujas del reloj mientras queda mi pensamiento detenido en una única idea: el agua. El Universo que habito está inundado de tanta agua, el cuerpo que me envasa es en su porcentaje mayor agua, la tierra donde se erige la casa donde moro está rodeada de océanos y mares de extensión inabarcable y la voz que escucho cantar tiene el sonido de los lagos del Sur.

Pienso en el agua y el esfuerzo desmesurado que hago por apartar mi pensamiento de ella es completamente en vano. Pienso en su capacidad para redimirme de mis pecados y en la sensación hermosa que me deja una vez que pasa por mi cuerpo y lo recorre en la misma medida en la que lo refresca, y lo libera y lo purifica.

Pienso en cómo se me eriza la piel a su paso mientras la siento resbalando en mí, como una caricia desesperada. Pienso en gotas de agua, en pequeñísimos destellos de agua y también en chorros de agua desparramados a presión, insolentes y sin freno. Pienso en que en ella me reflejo, y que ella es a su vez el espejo de las cosas todas.

No podría vivir sin ella, pero en ella?

Aquí en el refugio se está bien. la montaña es cobijo suficiente, el bosque de lengas, alerces y arrayanes es el lujo que me doy mientras deliro en el sueño más profundo meter mis pies en esos zapatitos de virgen amarillo tecnicolor. El canto del chucao me arrastra por el sendero. Pampa Linda, quién pudiera dudarlo.

Anoche tuve un sueño tan extraño y sensorial, pero apenas puedo recordarlo. Todo se confundía y se mezclaba, la luz era sumamente intensa y yo caía en un túnel como en un tobogán, dando vueltas en espiral hacia abajo, vueltas y más vueltas.

Me desperté antes de que suene el chirrido irritante del despertador y traté de incorporarme, pero no pude. Fui presa del horror más visceral, y de la sorpresa di una vuelta en el aire. Mi cuerpo desintegrado. Cada fibra de cada uno de los músculos que me mantenían de pie desaparecida. No respirar, no inhalando y exhalando a cada rato. No pestañear, no necesitando más de los ojos para verlo todo. No el abecedario, no una boca muda que se abre y se cierra a mi antojo para no decir nada. No el hambre, no más ninguna otra necesidad, no saciando con sustitutos al amor y a la verdad.

Soy agua pura descendiendo, una catarata cristalina y helada cayendo con toda la furia, siempre en continuo fluir. Nada podría detenerme, nada podría perturbarme ni interrumpirme en mi perpetuidad hacia abajo. Acá el principio y el fin, el origen y el destino. Acá la fuerza misma de la unidad. AGUA. Soy agua naciendo en el deshielo, agua hecha de pureza y realidad.

Me desprendo lento, y en ese grito ensordecedor de lo que ahora soy asisto a mi propio bautismo: El Tronador. 


MANUSH - Bariloche


Llego levitando, vengo desde lejos, allá donde toqué el cielo con las manos y lo traigo adentro. Necesito volver a apoyar los pies en tierra firme, congraciarme con mis congéneres y ser otra vez terrenal (el Universo lo llevo adentro pero disimulado, no sea cosa de andar avivando giles). 

En MANUSH me tratan bien, y eso me gusta. Me sirven una cerveza artesanal, "elabortación propia", que me gusta lo mismo o más. Mi pecado: nachos con queso. Mi salvación: disfrutarlos sin culpa.

Me quedo un buen rato porque el clima distentido invita y porque el viaje de vuelta a lo mundano no es tarea sencilla. 

Aunque no lo sienta justo, lo juzgo: volvería aquí cada que pueda a sentirme viva y de tierra. Todos los vasos del mundo, de la mitad para arriba.



lunes, 14 de enero de 2013

BARILOCHE o Waterproof Lupe - Airly Lupe

Me gustó haber vivido el descenso como la primer vista panorámica de las que están por venir, la más abarcadora y general. Una señal, un llamado de atención a aterrizar los pies y la cabeza en Bariloche, consagrarme al Sur, transformarme allá.

No me gustan las expectativas porque incrementan el riesgo de enfrentar la ilusión a la realidad, y es tan difícil estar a la altura de las circunstancias cuando de fantasías se trata! Sin embargo, San Carlos de Bariloche me dejó sin aliento, sin palabras. Fue llegar y dejarme envolver por un torbellino de imágenes únicas, paisajes, vistas, postales en vivo y en directo, yo formando parte, siendo. Una aplanadora de sensaciones nuevas, extremas.

Estallido de colores fusionándose y separándose en el cielo y más allá de él. El ocaso, el amanecer, el horizonte, el pico de una montaña, un cerro, miles de cerros, el lago, las lagunas, el agua corriendo, fluyendo y un chapuzón en sus brazos gélidos para sentirme renacer. Trepar al cielo por el camino que marca la ladera de una cumbre y mi pequeña obsesión por el andamiaje de las aerosillas.

El Sur está infectándome, se mete adentro mío por los poros, me inunda los pulmones cuando inhalo, me corre en la sangre por las venas. Ya no miro con los mismos ojos ni escribo con el mismo abecedario.

A la buena del río y a la vera de Dios, que así sea lo que me queda de camino. AMEN.

viernes, 11 de enero de 2013

SKY BAR - Hotel Pulitzer



Me quiero despedir de la Ciudad y de los buenos amigos. La terraza del Pulitzer parece ser el lugar propicio para hacerlo, de modo que encaramos para el downtown cuando el manto de la noche cae sobre los edificios feroces del centro y se da ese trueque entre los transeúntes: ya no se trata de trabajadores de paso apurado, hablando por teléfonos hiper chiquititos y modernos sino que los que se pasean son esos zombies citadinos, los olvidados, los excluidos.
En el ascensor hay que marcar el piso 13, y eso le da una mística esotérica a nuestra noche aunque yo seguramente sea la única que esté pensando en ello.
El lugar está colmado, una masa humana con ansias de mostrarse, de divertirse, de conocerse. La clave es encontrar el rinconcito donde sentirse a gusto. Pienso un largo rato la palabra que quiero usar para definir la impresión que me deja el primer pantallazo de la terraza, pero ninguna de las que se asoman a mi lapicera son precisas, justas. Podría decir que se trata de una guarida cool, derroche de vanguardia cosmopolita, frescura y novedad, y creo que con eso no estaría mintiendo.
La música suena bien, la barra es pausada pero cumplidora y la vista es un regalo maravilloso. Algo desilusionada (el apocalipsis Maya hizo mella en mí, lo sigo esperando…) confieso que finalmente no hubo nada cercano al número 13 en la noche de Jueves, sólo amigos y risas.
No me quedan dudas, Sky Bar es un buen spot para el verano. A no pasarlo por alto.

miércoles, 9 de enero de 2013

Rey de Copas



Cuando la compañía es grata es sencillo encontrar el lugar propicio para disfrutarla. Y si bien yo misma no podría contradecir tal enunciado, es también cierto que de un tiempo a esta parte me he vuelto más exigente y quisquillosa a la hora de elegir la mejor locación para disfrutar el glorioso sabor del sábado a la noche.
Es que son tantos los días que discurren lentos y monótonos hasta su llegada, cuando las agujas del reloj marcan la medianoche del viernes y entonces esta insípida cenicienta de oficina se transforma en una anónima habitué de los barcitos de moda, que me siento en la obligación de elegir sólo a los mejores.
Claro que no es tarea fácil, ni puedo tampoco decir que en todos los casos me retiro del campo de batalla triunfadora. Mi lado más instintivo me obliga de cuando en vez a arrojarme a la aventura y dejarme guiar por el olfato y la intuición.
Y así fue como di con Rey de Copas, un pequeño paraíso que yace detrás de un estrecho pasillo a la vera de ese río agitado que es Gorriti los fines de semana.  Se trata de una casona transformada en restaurante y bar de tapas, donde ir por un Campari es lo más parecido a tocar el cielo con los manos. En lo que a materia de bares respecta, por supuesto.
Rey de Copas lo tiene todo, sólo que exige suma atención para notarlo. Se trata de un espacio lleno de rinconcitos y de pequeñas sorpresas. Mires a donde mires va a quedar tu mirada suspendida por un rato, descifrando. La búsqueda del tesoro, pero del mejor tesoro, porque los premios son variados: trompetas, espadas, cornos, cofres, tapices, títeres, y ese grafismo en cobre que enmarca la pared detrás de la barra que quita el aliento. La barra hecha de durmientes fue, sin dudas, mi favorito.

 Alzo mi copa entonces, y brindo por las buenas compañías y las búsquedas fortuitas que llevan a buen puerto. Que las que estén por venir corran la misma suerte, y se sumen al mapa que indica dónde amarrar la barca en la próxima navegación.

martes, 8 de enero de 2013

Ralph, El Demoledor

No se trata de calificar o descalificar ni aprobar o dejar de hacerlo, no soy el dedo del emperador. No soy siquiera emperador, para empezar! Pero sí los invito a dar un paseo por mi humilde reino, un viaje por mis experiencias cotidianas en las que me aventuro buscando pasarla bien, aprender y saciar curiosidades.

Y así fue como en esta oportunidad di con el espacio propicio para reírme a carcajadas y conectarme con lo infantil que habita en mí detrás del manto de adultez que va llegándome con el paso del tiempo y la aceptación sumisa de las convenciones sociales.

Y en uno de esos viajes me embarqué las 2 horas que duró Ralph, el demoledor. Me maravillé enormemente por la inquietud sencilla de conocer la vida detrás de las pantallas de los video-juegos, repasé el abc de la división dicotómica a la que nos sometemos, incautos: malos-buenos, on-off, real-virtual. Dejé que me corran lágrimas con el Disney-golpe bajo y me llevé la moraleja.

No hubiera sido mi elección de cartelera, pero dejarme llevar por la decisión ajena trajo buenos resultados: sentarme en la butaca como un niño no está nada mal, después de todo. 

viernes, 4 de enero de 2013

7 Días En La Habana - Arteplex


Es mitad de semana, la noche está avanzada, y el cine está en pleno centro. El plan es irresistible. Hay algo de siniestro en las cuadras linderas al obelisco, algo en el murmullo de las luces que se encienden y vibran cuando el sol se esconde mientras los hombres grises vuelven a sus casas donde los esperan las mujeres grises con la cena servida, algo en las zancadas de los transeúntes atiborrados en las filas de los teatros vetustos del centro, algo en las cúpulas de esos edificios fastuosos donde vuelan bajo los murciélagos citadinos. Ahí estoy yo, testigo privilegiada, viéndolo todo en un segundo, mientras camino a paso apurado hasta llegar al Arteplex.


7 Días en La Habana, pero no conozco siquiera el argumento. No tengo alternativa más que entregarme a la pantalla gigante y abrir grandes los ojos para no dejar escapar ningún detalle.

La peli tiene el ritmo de una navegación marina, un vaivén agradable, llevadero. Son 7 historias a cargo de 7 directores consagrados donde el punto común es la locación cubana. Cada una representa un día de la semana, y muestra a personajes cotidianos atravesando momentos de su vida diaria, o bien sucesos insólitos.

Lo que se deja traslucir así es la cultura de La Habana, esa conjunción extraña que la hace única y compleja. Es un paseo por el corazón de la ciudad, una descripción en movimiento de las mutaciones que fueron sobreviniendo, es la historia de la vida de ese pueblo, son sus tradiciones, sus costumbres y sus sueños, sus aspiraciones más oscuras, sus logros diarios, sus duelos.  

Podría resumir el film sosteniendo que se trata de un recorrido semanal por los dolores y preocupaciones que han aquejado a los cubanos desde siempre, y por la medicina musical que han encontrado para naturalizarlos. Si el todo es más que la suma de las partes, me atrevo a decir que 7 Días en La Habana es testimonio de ello.

miércoles, 2 de enero de 2013

Santiago Motorizado – La Playita



Para Claurock, mi mentor predilecto

Supongo que va ser excesivamente temprano, pero prefiero la cautela a perderme el show otra vez. Estoy en viaje, la tecnología me juega una mala pasada y me veo obligada a llegar hasta La Playita por intuición. Voy caminando con la oreja bien cerquita de las puertas de las casas que descansan mansas en el barrio porteño de La Chacarita. Sucede lo peor, mi pesadilla se hace realidad y del 722 se escapan sonidos, algo que suena tan parecido a la música del Chango que la piel se me eriza.

Espero ansiosa que termine la canción y toco timbre. Como un canto de gloria el chico que me abre la puerta me aclara que estaban sencillamente probando sonido. Presa de la alegría, me dejo caer rendida en uno de los sillones que miran al escenario, iluminado por varias vueltas de lucecitas navideñas de las que cuelgan unos renos pequeñitos, blancos y dorados, junto a unas florcitas verdes y coloradas.

De este otro lado del escenario todo es ecléctico y austero, hecho a pulmón. Me provoca simpatía una heladera antigua atrás de la barra y un mueble simil mesita de luz que sirve de apoyo al parlante.

Santiago Motorizado arranca con su viola, roja como el corazón que abre y entrega, jurándonos querer ser un buen pastor. Se suman la batería y los teclados para imprimirle un tinte más rockero al último sábado del año.

Quiero despertarme y ver el amanecer, ese grito desgarrador de soledad nos deja a todos reflexionando, reviviendo los peores desamores. Pero el humor de Santiago nos arranca de esas imágenes paganas de amores lejanos y crueles “esta noche vamos a decir nena muchas veces”. Y no miente cuando lo dice, y ríe con esa sonrisa hermosa y diáfana.

Llega el turno de la canción que estaba secretamente esperando, y el Chango se confiesa gomoso, pero no sabe que es de esos que nos ablandan el corazón y nos lo nutren y colman. Un tema de Antolín para hacer del recital algo más salvaje, y uno de La Embajada Boliviana para hacernos viajar.
Tanto amor hace que se sienta el calor de verano en La Playita y yo toco el cielo con las manos cuando el bis trae Chica De Oro. Se vive un clima amigable y festivo, estamos unos pegados a los otros, cantando bajito y disfrutando interiormente del show.

El Chango avisa que se va con antelación, para que podamos ir cortando el hilo de amor que se extiende entre su música y nosotros. Haberlo visto fue adelantar unos días el brindis y el deseo de paz y de amor.