jueves, 26 de diciembre de 2013

Adiós al espectáculo multimedia - Botis Cromático en El Universal



Vi árboles de los que caían frutos con forma de personas. Yo quise pelarlos y comérmelos a todos, juntar los carozos y plantarlos en el balcón. Todavía el ruido de esa ola que nació y murió en las rocas. Así era cómo se despedía el sol de mi domingo. La bienvenida a la luna se agitaba en el pasaje Soria, en una puerta que crujía para recibirnos. Una pequeña multitud formando una enorme intimidad, que mecía las cabezas apenas bajo el hechicero halo del Botis Cromático.
Y ahora quisiera decir, pero me cuestan las palabras cuando los sentidos apenas llegan a decodificar. Hay recis en los que me salgo de mí y veo a mi cuerpo como un intermediario que quiere vivir adentro lo que afuera le proponen. “Adiós al espectáculo multimedia”, y va cambiándose las medias en esa marea lúdica de música que son sus canciones. Quizás porque hace mucho que no juego sin medir las consecuencias, quizás porque me tomo la noche en serio y me olvido que reír es siempre la mejor solución, quizás porque estar entre la espada y la pared es, a veces, lo que hace falta.
El aire apenas alcanza, pero respiramos notas mientras el bosque estrambótico se muda a Palermo y los brazos son ramas y nos cuelgan hojas de los dedos, que flotan en el aire al ritmo de las cuerdas y entre “Alemanes en Jujuy”, “La casa extraña” e “Historias de barriletes” las medias se terminan pero la medida del amor es inmensa. La sutileza es enemiga de las casualidades, pero sé que despedir un año con este puñado de canciones es buen augurio. Estos son los regalos que el tiempo nos dio. 

bandera blanca - Decimos te extraño, Adrian Juarez


me dijiste que me extrañabas justo en ese momento en el que yo estaba haciendo lo mismo
¡aguante la bandera blanca!

viernes, 20 de diciembre de 2013

lo echamos a suertes: gira del día!



 prepará las monedas, porque hay que elegir!

poesía de la buena


estos locos lindos en El Gorrión!

una GRAN revelación del año!

en su segunda fecha... DEL AÑO!

Libres, lindas y locas - Las Taradas en Rosario


Cada quien sabrá en qué ciudad el corazón se le abre, las alas se le despliegan y los tornillos se le sueltan. Quien no lo sepa debería estar probando ciudades nuevas. Convidar la invitación es a veces dar las gracias por los aeropuertos que no fueron. Pero en Rosario el calor es una aplanadora que te arrastra hasta el Paraná, donde el fondo tiene esa consistencia tan extraña. A mí me gusta el barro del río, el pescado fresco a su vera y una banda para seguir.

Cancionera 2013 se despide de esta ciudad con un show de mujeres bellas y fuertes. Si ellas viajan por primera vez para tocar allá, porqué no ir a cubrirlas ahí donde nació la bandera. La noche está estrellada, pero nada tirita en estas latitudes. Al lado del agua llega una brisa tibia que acaricia los pies que cuelgan, hasta que se hace la hora y adentro del Galpón 11 Señorita Carolina se planta de lleno con su guitarra. Su voz es fuerte pero dulce, sus canciones suaves pero intensas. La primer sirena de la noche abre la compuerta.

Le siguen Marina Fages & Lucy Patané, este dúo fem que se da bruces con lo experimental, y toca canciones que te dejan vibrando de pies a cabeza. Charango, clarinete, bombo legüero, banjo y hasta el cuerpo contra el piso para encontrar el sonido justo. Dos princesas de río que se hacen presentes en esta noche de juerga. Un cover del Paraguay al que se suman las voces taradas, y con eso se despiden las multiclimáticas doncellas.

El sonido es impecable. A los costados alguien pinta, alguien danza, alguien ríe. Respiramos y contenemos la respiración, mientras entretelones tejemos anécdotas que vamos a olvidarnos rápido. Una estrella fugaz surca el cielo justo cuando lo miramos, pero no pido ningún deseo, porque seguro tocan “Que no, que no”. Antes de eso, Las Sextetas en el escenario. ¿Bailamos? Claro, inauguramos el rincón como pista y nos movemos al ritmo de los vientos, la percusión y las cuerdas que suenan tan latinoamericanas. Aplausos fuertes y las locales dicen adiós, y hasta pronto. Perdemos rápido la cuenta, pero el Fernet se acaba. Corre un blanco en el plástico transparente que casi se derrite al son de Ufemia. 

La cosa está que arde en este galpón, Cancionera es la fiesta del siglo y Las Taradas son, como en cada una de sus presentaciones, ese equilibrio entre la diversión total y la música muy bien reversionada. Talentosas y audaces, pasean por la lista de temas y como peces en el agua, nos deslizamos entre sus canciones. Queremos más, siempre vamos a querer una más cuando la cosa está así de linda. Pero ellas saben contentarnos con ese compileti de boleros, la parranda y menos mal que vinimos hasta acá a verlas, cómo valió la pena! Todas las artistas suben y yo enseguida pienso: Ni sumisas ni devotas. Libres, lindas y locas. Bravo, bravo, bravo!

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Larga vida a mozcu.com


Llego al Festi pasada la medianoche. Sé que seguramente me perdí las bandas inaugurales, me lamento en el camino pero todo se esfuma cuando escaleras abajo me reencuentro con Unione e Benevolenza. Uno de los primeros recintos under donde transpiré música independiente. Se me llena la boca de recuerdos, la piel sensible a los golpes bajos, los pies arrastrados por los rincones viejos. Me acuerdo cuando los chicos contaron con ese entusiasmo con el que encaran el proyecto que estaban preparando una fecha, el  brillo en los ojos, el empuje de siempre. La tiraron como fecha tentativa, el 06 o el 07 de diciembre. Parecía que todavía una eternidad nos distanciaba, pero por fin llegó, como llega todo.

Bajo, entonces. Estamos los mismos de siempre. Felices, de festejo. Eso es lo que pasó durante toda la noche. De eso sí me acuerdo patente, aunque todo lo demás esté medio borroso. Medio viciado por el calor de los cuerpos, por los nuevos invitados al mundo subterráneo, por los saludos en el pogo, por los saltos de acá para allá, las gargantas de fuego. Sé que vi el show de Mi Pequeña Muerte y volví a pensar que “El triunfo de la paz” es un poemario en forma de álbum. Que la banda tiene un sonido contundente, aunque el equipo no le haga justicia. Lo lograron: hay fuego en la mitad de mi mundo. Un puñado de canciones, bien puestas, y pasar a lo que sigue: Mi Amigo Invencible.

Con uno de los discos del año a cuestas, los oriundos de Mendoza hacen vibrar el piso de madera. Los que estaban dispersos se agolpan contra el escenario, y alguien que los descubre por primera vez dice, con asombro entre los lunares, “ninguno está al pedo”. Bien, quizás descubrió la fórmula secreta: alcanzar el equilibrio para que el todo sea muchísimo más desgarrador que la suma de las partes. Por ese lado se explora y se llega al mejor momento. Mariano baja del escenario con la guitarra, y toca un rato entre la gente. Es lo mismo, somos uno. Se despiden del escenario con “Ajeno”, y los versos de Ricky sangrando en todas las bocas, que aúllan felices y violentas. Ese huracán de sonido fue Mi Amigo Invencible, dejándonos tan perdidamente vivos.

Este hermoso manojo de homeless sureños sortea algún obstáculo, se acomoda finalmente y jamás temen lo que profesan: “El terror al lugar común es el nuevo lugar común”. Son flashes que vienen y se van, risas que se mezclan con acordes de “Todos los sábados del mundo” saltos con Jaz, Silvio y Ari, coros, y algo que me llevo para siempre: cuando reís, algo queda en mí. Y para esta altura, el festi es una gran fiesta entre amigos, entre fanáticos de fanáticos. Nos damos las manos y cantamos juntos, nos abrazamos en el pogo o al costado, porque la verdad que esos saltos están lindos pero bravos. Y antes de que la batería se acabe por completo, Valentín y los Volcanes se despiden hasta el 2014.

Tobogán Andaluz la descose. Eso hacen cada vez que tocan en vivo, y esta noche no es la excepción. Pero hay algo además de eso, algo mágico y sagrado que sucede cuando Facu y los suyos la agitan arriba. Rito musical que se hace carne, que te pone la piel de gallina y la voz furiosa. Una atrás de otra, como martillazos en la cabeza que te la hacen estallar. Y pasa de nuevo lo que tantas veces nos alejó del abismo: los cuatro se multiplican, como un milagro. El escenario se desborda, todos los que están involucrados en la misma causa, de una u otra forma, comparten el momento. Lo deshojan, lo beben de a sorbitos para que no se acabe rápido, lo celebran con todo lo que tienen y lo que son. Y eso claro que se contagia, y que recuerda. Quiero ser más precisa. Reviso mis anotaciones, no me entiendo la letra. Son hojas y hojas llenas de palabras deformes. Apelo a la memoria. Ahí se formó algo: una sensación. Algo profundo, transparente y sencillo: felicidad. La consagración de un proyecto que se lleva todo mi apoyo y afecto, el Festi-Mozcu dejó tela para cortar para rato, y miles de pensamientos que se entrecruzan por todos lados. Pero lo que seguro no es indiferente es la contundencia y seriedad del proyecto. Larga vida a mozcu.com, AMEN!

martes, 10 de diciembre de 2013

Melodías para combatir el verano



Hay vida, a pesar de todo. A pesar del cementerio donde duermen los muertos que siguen asomados por el paredón, pero ahora con cara de pregunta por el final inesperado. (¿Cómo no te dije que me gustan tus dedos, porque son flacos y largos como vos?). Hay vida, y se está juntando en la puerta del Caldas, invadiendo la vereda hasta el cordón. Pero una vez que se cruza la barrera humana, se descubre este pequeño territorio que desborda calidez en cada rincón. Prestar atención a cada detalle, a cada cosita que está puesta en cada lugarcito. Acá adentro, en las gradas de madera, se siente templado, acogedor.  

Pasa un rato, y atrás del telón se descubre la Pequeña Orquesta de Trovadores. Y se los ve tan acordes, medio apretujados, llenos de sonrisas y relajación. Nos dan la “Bienvenida” y ya todos los dispersos están orientados al escenario, acomodados para entregar la atención y el corazón al show. La formación suena en equilibrio, fundidos en una melodía equitativa donde cada instrumento llega a los oídos y se disfruta en su medida justa. “¿Estamos colgando mucho entre tema y tema?”, pregunta Santiago. Y recién cuando lo dice entre risas me doy cuenta. Hasta ahora, era como si todos fuéramos parte de la misma masa. No hay diferencias entre este y ese lado. “Ey doctor” viene con trombón invitado, el talentosísimo Lautaro Schachmann se queda y acompaña algunos temas más.

Las canciones van discurriendo, el ritmo va incrementando y lo que prima es clima de jolgorio que se contagia enseguida. Se siente bien, es eso. Es esa sensación que dejan algunas bandas cuando tocan en vivo, que se parece a una mezcla entre felicidad y serenidad. Es esas ganas de estar ahí, disfrutando, moviendo la ´piernita y aplaudiendo fuerte el final de cada tema. Después de repasar algunos hits, “Los seis amigos del revolver”, “Una noche”, “El roto” se vuelven a esconder atrás del telón. El recital fue corto, pero justo y preciso. Dejó el clima propicio para que pase el que sigue.

El turno de Los Niños, que presentan su disco homónimo, pequeña joyita del año que hipnotiza por fuera y por dentro. Esa caricatura en blanco y negro, un poquito siniestra pero encantadora. El shortcito, las medias altas. Con una diestra zurda, arrancan los acordes de “Los Autos”, canción que también inaugura la placa. Y hay algo de densidad que encanta, de sonido que envuelve con un halo más aciago. Juan Manuel pregunta desde el escenario, con un muñeco colgándole del micrófono, si están sonando bien. Mi respuesta mental: con la flor de banda que tenés, no podrían sonar de otra manera! Hay algunos superhéroes, no sólo porque su bati-símbolo lo indique, sino porque hacen maravillas con sus instrumentos. Y claro, una indiscutida superheroína, ese sonido de trompeta que nace de su garganta me deja perpleja, como la dulzura de su voz.

“Daniela” es una canción hermosa, que me hace pensar en la inocencia de un jardín de infantes. Aunque la letra no se trate de eso, las asociaciones son a veces caprichosas, pero felices. “Enroscada” nos obliga a chiflarle al violinista, y “El vecino” quizás apele a la reflexión. La lista va ganando fuerza, “Bailemos” es una invitación que suena hermosa. Los Niños también saben divertirse y contagiar esa alegría. El final es, por segunda vez, demasiado pronto. Pero esta vez, se hizo participativo y solemne. Todo el Caldas canta el himno al héroe, y en ese clima de unidad la banda se despide.

Seguro esta costumbre de salir a respirar a la calle vaya de la mano del espíritu del lugar, yo miro de nuevo el cementerio, pienso en los héroes que la guadaña se llevó y en los que están por venir. En el medio del pensamiento me veo tarareando alguna canción trovadora, o cantándole a Daniela yo también. Con la batería cargada, sigue la gira. Pero esa es otra historia. La que acá termina se lleva un montón de melodías para combatir el verano.

vos y yo... - Tres, Nico Canedo


esa misma pregunta de siempre, de antes:

...y esa otra persona que no sé quién es


martes, 3 de diciembre de 2013

Noche de perla, de plata y marfil



Hay noches donde el disfraz de reina en construcción queda supeditado a un delantal. Y esa fallida princesa me recibe tomando la sartén por el mango, una en cada mano, tan segura de que el amor es lo que va a salvarnos. Entonces, llena un vaso de hielo y baila sola, el reflejo de su felicidad en el ventanal del comedor enceguece. ¿Está bailando sola? Es muy probable. Como una ráfaga, está de paso. Pero está, y es tan cierta como esa mamadera de Campari de la que alimenta a su loca ansiedad. Tomó clases de folklore por youtube para esta recital. Si a veces es tan desquiciada que me conmueve. Y en eso llegamos a San Telmo, con el corazón temblando de ganas de bicicletas y jazmines del país.

Falta todavía, pero la espera es de esas que se vuelven plato principal. Ainda Dúo es dulzura en estado puro. La suavidad de las voces, la armonía de las cuerdas y la calma de su lírica es la llave. Se abrió la jaula y el alma está de paseo por una “Zamba por vos” y moja los pies en esa “Canción para bañar la luna”. Entre propias y ajenas, el show es la calidez de quienes sencillamente comparten un puñado de canciones, sin calcular el efecto apaciguador que esto puede tener.

Turno de Las Crème Brûlée. Si lo resumo en “playa y risas” quizás me esté ahorrando los detalles, pero no la esencia. Carisma de esos que contagian, diversión sana e ingeniosa, sonido viajero. Que se quede el infinito sin estrellas, pero que esta banda siga con su derroche de amor y locura, porque su pedido recibe atención de inmediato, le damos bola, sin dudas. “Un hitazo para mover las cachirlas”, anuncian Lexi y su sensualidad infinita. Y es uno atrás de otro y piden bis mi cintura, mis pies y mi chifladura.

Tanga, sunga; tanga, sunga; tanga, sunga”, así prueban Los Tabaleros sus mics. Sí, estos folkloristas modelo 2000 la bardean, pero es un bardo lindo. ¿Están hablando de hacerse adicto al crack y fumarse el pasaporte? Así parece. La seriedad llega con “Mi amigo el rey”, pero dura poco. En el piso de arriba, mi propio “Jazmín del país” aplaude. Qué manera de despertar el animal con esas canciones de tierra adentro. Si esta oración alcanzara para describir la fuerza con la que esas voces se alzan, la potencia de las cuerdas, la precisión en la ejecución, el vigor del bombo legüero, la grata sorpresa de la percusión. Fede Petro acompaña en el bajo. La lista de temas va ganando en empuje, y para el final el Lolita Fest rankea dentro de los festis del año. Casi nos dejan sin vale otra, pero vuelven con “Zorro”, y ahí sí, se retiran victoriosos. Me quedo con las ganas de dar pruebas fehacientes del tutorial chacarero que descargué para esta noche, pero de cantar los hits, de eso sí que no me quedé con las ganas. Ellos saben: el pecado tiene piernas… y me encantan!

Me quedo pensando en lo que me llevo de esta fecha. La reina murió, volvió a ser la cenicienta de siempre. Pero el eclecticismo de esta noche es su tesoro. Tres propuestas casi opuestas que conviven y alimentan todos los gustos. De los shows como estos aprendo que la diversidad es siempre un trofeo, los gustos son infinitos, y probar algo nuevo es siempre bueno. No quedarse ni con las ganas ni con el miedo. 

ir o venir - Canción para volver, Gaby Colman


una de esas canciones que me hacen pensar que aterrizar y despegar ,a veces, son lo mismo