El verano va y viene, noches de tormentas implacables o de temperaturas desorbitantemente elevadas nos confunden semana tras semana. No podemos saber a ciencia cierta qué nos deparará el pronóstico para mañana y desconfiamos más que nunca del Servicio Meteorológico Nacional.
Pero en esta noche de domingo y luna llena el clima invita, de lo más gentil, a reunirse y brindar. Motivos no faltan, algún reencuentro o bien fortuito o bien afortunado, algún recuerdo de esas vacaciones que se sienten ya lejanas y perdidas, alguna batalla cotidiana ganada, alguna pequeña novedad.
Y así, tarde pero seguro, me lanzo a la conquista de un nuevo bar. Caigo en la trampa del descanso dominical, me quedo con las ganas de ese y derechito al Plan B: ESQUINA LIBERTAD. Vereda y terraza, lo que haya desde una hasta la otra pasa completamente desapercibido para mí. La bebida en jarra es una señal inequívoca, si hay jarra hay relajo, hay pausa, hay descanso, hay comodidad.
Y en eso estamos acá arriba, sentados porque así es la pauta, rodeados de macetas con plantas verdes y fuertes que se erigen un poco fuera de control. Suena el disco, bajito y desde el fondo, pero las canciones van de principio a fin y yo me asusto: y si el intérprete no me gustara? Pero no es el caso, no hay nada de qué preocuparse por ahora.
Y así las cosas, la velada se pasa de lo más amena. Una vez más, el plan anti-domingo funcionó de maravillas y Esquina Libertad se suma al listado de terracitas para visitar antes de que el verano se haya hecho recuerdo.