No
había terminado el año todavía, y ya el caos patrullaba la ciudad. Se comía, de
a uno, los cien barrios porteños haciendo volar por el aire las placas de hormigón,
deglutiendo semáforos sin pausa pero sin prisa. Entonces, mientras en un
suponer entrerriano me preguntaba qué va a quedar de las bandas incendiarias, en
Ladran Sancho Las Ligas Menores ya estaban rompiendo la barrera del calor. Con
un pie en la distorsión y otro en el pop cancionero, disparan canciones breves
pero intensas. En menos de dos minutos, con “De la mano” pueden hacerte
estallar. Las Ligas tienen un encanto difícil de describir, pero que se percibe
enseguida en “El Disco Suplente” y se
potencia en su simple “Renault Fuego”.
Y eso que es magnetismo puro llega directo a la cabeza cuando están tocando en
vivo. El show es una atrás de otra, sin parar. No necesitan gritar para hacerse
escuchar, no necesitan posar para que su talento se vea. El
pogo se arma adelante, desafiando la temperatura corporal. Todos hermanados en
esa sopa vaporosa, festejamos la victoria de “Crecer” y todo ahí arriba pasa de
la manera más linda.
La
vara allá arriba, Bestia Bebé duplica la apuesta y el lugar está en llamas. La batería
marca contundente el compás de cada tema, el bajo no da tregua y el duelo de a
6 cuerdas en el que todos ganan. Están algunos de los pibes de las figuritas
desparramados por el lugar. Esos son los que agitan, los que siempre agitan y
hoy no perdonan, ni por todo el calor del mundo. La Bestia suena muy bien, “Sabés!”,
“Wagen del pueblo”, “Lo quiero mucho a ese muchacho”, y la lista se pone cada vez mejor.
Claro que se ríen, que hay guiños, que las pausas son también parte de la
diversión. Un cover de Antolín, un regalo de cumpleaños para Nat. Lo que sea
que toquen es hit. Barrio, fútbol y amigos, ¿qué otra cosa puede importar? Tom y los suyos terminan, pero el caos sigue del otro lado del lugar. Te pregunto si
estamos para seguir con la gira. Entonces, no tuve más miedo: Vos y yo nos
vamos a salvar.