“Con la
entradita en la mano, vamos que arranca”, apuran los muchachos en la puerta,
con extrema puntualidad. Entraditas que estuvieron disponibles a través de un sistema
de venta online. Señales que dan cuenta de la dimensión del show. Eruca Sativa conquistó ese espacio que
se abre entre el under y el mainstream, cruzó ese pequeño abismo y está del
otro lado de la orilla para demostrar que tienen con qué sostenerse.
Arrancan con “Mi Canción”, y todavía hay luces
prendidas en un Vorterix que está hasta las manos. Vestidos de rojo y negro, Brenda Martin en bajo, Gabriel
Pedernera en batería y Lula Bertoldi en guitarra y voz, se acomodan en sus lugares, uno al
lado del otro. Ni adelante ni atrás, ninguno escondido en la espalda de nadie.
Acaso sea ese el secreto de la banda, funcionar en equilibrio, como un
triángulo justo y necesario.
Moderados en su fuerza,
sin perderla ni agotarla, van repasando temas de sus tres discos. “Desatlo”, “Paraíso en retro”, “Real ficción”, “Para que
sigamos siendo”. El público, ecléctico por donde se lo mire, mete pogo a fondo. Trajeron
una bandera que extienden con amor sobre las cabezas. Alzan las manos en una
coreo que no buscan, corean los temas. La energía fluye y rebota ida y vuelta. “Amor
ausente”, y los ves abrazándose a cococho. Sienten la canción a flor de piel,
no se contienen.
“Se cumple un camino para nosotros”,
cuenta Lula, “siempre nos sentimos como
el primer día, como el primer recital”, y presenta a sus compañeros. Vieja
costumbre de buen gusto, da lugar al aplauso y al
reconocimiento. Creciendo y decreciendo en intensidad, el power trío cordobés
se luce en cada acorde. La voz de Lula va abriendo el camino sin perder potencia.
Las chicas en andas, todos coreando, las canciones de Eruca Sativa vibran en la
caja torácica.
Intensidad dosificada. Sonido macerado para llegar
a ser limpio y crudo. Eruca suena a rock, pleno y expansivo. Tres que valen por
una tonelada. “Eco”, “Cómo vas a hacer”, “Eleanor Rigby”, ese cover de Los Beatles
que les sale impecable. Mística develada, hay tiempo para un solo de batería, arrasador.
El turno del bajo, que se luce furioso. Momento de intimidad compartida, Brenda
toca las cuerdas de Lula, y Lula hace lo suyo en el bajo. “Magoo”, “Fuera o más
allá”, “Queloquepasa”, “Para nadie”.
Una persona a caballito bien podría ser una
postal común en este tipo de recitales. Pero, una persona arriba de otra persona
arriba de otra más resulta épico. Una hazaña que requiere equilibrio, confianza
y práctica. Verlas alzadas por sobre todas las cabezas, agitando desde una
altura inalcanzable, sin caerse ni doblarse. Como si esa imagen entre la
multitud de espectadores fuera un reflejo de lo que está pasando arriba del
escenario: armonía y contrapeso, balance que se ajusta en la trinidad. Me sumo
al cántico de cancha, “vamos Eruca la
puta que lo parió”, que viva el rock.
ERUUUUUUUCA!
ResponderEliminarERUUUUUUUCA!