El nombre “araña”
se usa también para designar a la luminaria que cuelga arriba de las teteras, que
hirviendo escupen vapor por la garganta, siempre respingada, en las salas de
estar de las casas de las señoras paquetonas que viven en La Isla. Ese nombre, “araña”, seguro responde a su forma más que a su luz, lúgubre y
naftalinosa.
En La Oreja Negra las cazaron, las agarraron de
sus colas rechonchonas, les pusieron lamparitas amarillas bajo consumo en los
extremos de las patas y estampadas en el techo, vigilan a los foráneos de
turno. En esta oportunidad, convocados para presenciar el tercer encuentro del
ciclo “Precipitaciones”, de Juanito El Cantor & La Nube Mágica.
De buenas a primeras, once ilustres personajes copan
el escenario, saturado de antemano de instrumentos y micrófonos. Me enamoré de tus hojas secas, me enamoré
del futuro incierto, con las primeras líneas de “¿Dónde está la luz?”
Juanito abre camino en la selva de su sonido húmedo y denso.
Las arañas se desprenden de los cables que las
tienen prisioneras y bajan, despacito y sigilosamente, como sólo ellas saben
hacerlo. Atentas escuchan la música que emana de todos esos instrumentos,
comandado cada uno por un singular titiritero. De las canciones brotan colores,
que se funden en el aire y se multiplican. Ese aire transformado se respira, y
dispuestos a dejarnos guiar por El Cantor nos divertimos con “Conejos”. “Desarmar”
trae lo nuevo, patada que llega desde el disco recién salidito del horno, con
olor a tibio y novedad.
La tormenta trajo a un viejo amigo, Lucio
Mantel se une a las huestes de la Nube con su tema “Tanto”. Las arañas siguen
ahí, se van posando sobre las mesas, entre la jarra y los porrones. Yo las vi
robarse una aceituna, descaradas, atrevidas como sólo ellas saben serlo. La
selva las llama, no pueden aguantarse.
La
trilogía del desenlace, “Amarillo”, “Una Flor”, “El titiritero”. Aplausos
tronando, corazones contentos. Todavía es temprano, queda tiempo para acodarse en
una barra y hundirse en la filosofía de los abismos. Meto las manos en los
bolsillos, y siento algo helado en los dedos. Una sobrevivió, le busco los
ojos, la miro directo, le cuento las patas. Libertad para la araña que nació en
la música que gesta precipitaciones y cuentos de la selva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario