Agosto se va, pero sus últimos
rayos de sol no se llevan la primaveral sensación térmica. Esperé este día como
quien está convencido de que lo mejor está por venir. Lo que más me sorprende
del horario vespertino del show es que la gente lo cumple. Son las 19:30hs y
hay cola en la puerta de Groove, ese recinto a unos pasos de Plaza Italia que
oficia de aguantadero para el público de El Mató, pero que antes fue
Metrópolis. La estructura de boliche descoloca, hay bolas espejadas girando a
lo alto. Y son muchas. Hay barras con birras a los costados, pero de esas que
no veo desde los 15. El escenario está más arriba que de costumbre, y las luces
son sofisticadas, modernas.
Arranca MI AMIGO INVENCIBLE
presentando la edición física de “La nostalgia soundsystem”, su 6to disco de
estudio a cargo Fuego Amigo Discos (gran sello, si los hay), y llevan de la
mejor manera esa inmensidad de sonidos que lo componen. Casi todo el repertorio
transita canciones de esta última placa, y la banda suena como una aplanadora. Parece
que necesito más desorden, y así nos llaman. Desde el arranque lo entregan
todo, su música atrae como un imán y los que estamos presentes nos acercamos al
pie del escenario para disfrutar. Explosión de volumen y cuidado en la
ejecución. Dan un show limpio, con ritmo, con energía. Definir es estancar. No
voy a encajar su música en un género, porque sería minimizar. Sería injusto
también, porque Mi Amigo Invencible sabe abarcar y fusionar. Pero que les sobra
actitud y se pueden comer al mundo escudados en sus melodías, de eso no hay
dudas. Mi Amigo Invencible llegó definitivamente a la ciudad de la furia,
para darla vuelta. Bienvenidos.
BOSQUES es un viaje. Si una
palabra bastara para resumir la manera en la que la banda suena en vivo,
cualquier sinónimo de “viaje” estaría bien. Travesía sonora que invita al
trance, sonido que transporta. Ritmos densos que cortan el aire y que se
repiten en loop una y otra vez. Intensidad que baja y sube, pero no abandona.
Los chicos tocan, y es como si nos llevaran de la mano en el bosque, y avanzar
hasta que la luz se pierde y se encienden los otros sentidos. Avanzar entre los
troncos de los árboles valiéndose de esos sentidos poco practicados, pero que
despiertan con “Eomaia” o “El alimento hace bien”. Trance que nos baja de
los techos donde trepó la garganta para alcanzar a Mi Amigo y que nos deja en
cero para la celebración que está por iniciarse.
muy hermosa nota, felicitaciones!
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