¿Dónde me gustaría estar si fuera cierto que en unas horas el Mundo tal como lo conocemos va a evaporarse? Me asusta haber desacertado en mi elección. Quién no tuvo ese mismo temor, quién no se equivocó para luego resurgir de sus propias cenizas. Sólo que esta vez no hay lugar para el error: hoy el apocalipsis y yo ya jugué mis cartas, en el 26 rumbo al Club del Arte.
Sea como fuere, las buenas noticias no tardan el llegar: la dicha está en la terraza. Ubico enseguida la luna, la miro fijo un rato, cuento las estrellas que luchan por mostrarse brillando entre los bloques de cemento que las esconden recelosos mientras Cancioneira canta un arrorró hispanoamericano que me emplaza en el aquí y ahora. Entonces me conecto con el momento presente, me relajo y dejo que mi mente divague con el susurro de su guitarra y la dulzura de su voz. El pibe que lee poesía lo hace bien, lo que comparte a viva voz y es de su autoría me gusta, otra grata sorpresa en la noche final.
Pero la ansiedad me juega una mala pasada y bajo corriendo las escaleras que flotan y amenazan un prematuro papelón, sólo por suponer que quizás abajo esté pasando lo que estoy esperando, el fin.
Me gusta estar disimulada, escondida entre los que vinieron sabiendo lo que los esperaba y lo eligieron a conciencia y esto es lo que son y no tienen que andar disimulando por los rincones, como yo.
El caos de tránsito que es esta Ciudad bendita los días de compra de los papá noeles de último momento hizo que todo se retrasara mucho más allá de lo que los organizares previeron, y el Festival de Verano promete para largo. Veremos qué nos depara.
Cuando empecé a leer ansiedad + mala pasada + escaleras, supuse que venía lo peor, el fin: rodar escaleras abajo presa de la zozobra (y alguna birra)
ResponderEliminarcómo me conocés!!
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