Todos
mis bunkers puertas adentro me tienen vedada la entrada hoy, parece que
necesitan vacaciones de mí. Y así es como, vacante de alternativas más felices,
me voy de plan hippie en plena ciudad (algo que a priori puede parecer de lo más contradictorio) a echar la lona al
pasto, comer pan relleno y sentarme cerca del hippie con la guitarrita a la
sombra del árbol más frondoso de Plaza Francia. Trencitas de colores, rastas
emblemáticas, muchachitos en la edad del pavo y manzanas caramelizadas. Nada ha
cambiado, nada va a cambiar. Me gusta estar entre la muchedumbre y sentirme
parte de la masa en los rincones clásicos y forzados de mi ciudad. Mi yo
camaleón se despide así de la semana, con un Feliz Domingo (léase con la voz de
S.S.).
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