sábado, 13 de septiembre de 2014

Fémina en La Playita, aguante!


Fémina en La Playita, y puntual ♥

 chapoteando todo el día en la pileta de la fantasía, lalalalalaaaaa

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miércoles, 10 de septiembre de 2014

Tomás Amante y Francisca & Los Exploradores en VeP



Los opuestos se atraen. En este caso, una pequeña omisión de palabra y la fecha compartida por Tomás Amante y Francisca & Los Exploradores el pasado domingo en Vuela el Pez puede definirse: los opuestos, atraen. Desde esquinas diametralmente enfrentadas, ambos músicos abrieron su abanico de canciones y nos ayudaron a combatir el bajón del último tramo del fin de semana. En una noche de luna amarilla y redondísima, en la calidez de una primavera que no llegó, Tomás y Fran Saglietti se plantan delante de las luces del escenario de este club de arte, y lo dan todo, cada cual a su manera.

Tomás primero. Con un cover de “Dame un talismán” como primer paraje, monta un paisaje donde la profundidad de su voz es el faro y las seis cuerdas de su guitarra, el cielo y todas sus estrellas. Recorre los temas editados en su primer disco solista, “El hueco”, presenta algunos inéditos pero siempre naufragando en esa candidez irremediablemente atractiva que es la paleta multicolor de su voz. La poesía escondida en los versos, una guitarra rasgada con la energía de lo verdadero y ritmos que llegan como el oleaje de un mar revuelto, pero incesante y eterno. El silencio en el lugar es absoluto. Amante cautivó como lo hacen los brujos. El final se precipita y es sin anestesia. Ayudame a irme, limpiá la casa, que sólo hace falta…

Turno de Francisca, en un plan más experimental. Es el mismo escenario, pero hay más cuerpo, más movimiento, más paseo escénico. La estrella en este caso es el sinte/sampler/mixer, que lo tiene completamente embobado de amor, y de música y de ganas de apretar todas las perillitas e ir probando. La guitarra, un complemento en esta oportunidad. Algunos románticos la aclaman, y sentado al borde del escenario toca tres al hilo, “Hombre”, “Virgen”, “Contrainidiaciones del pensamiento”. Pero está inquieto, algunos ruidos estallan, tiene ganas de jugar: “los domingos hago stand-up también”. Se repite cover, pero esta vez es una de Los Espíritus, “Las sirenas”. “El día de la lenteja”, y la despedida pegadito al sinte. Algunos sonidos nuevos quedan rebotando, y una frase que vive en “Barbuda”: decile no al enrosque, deja que el aire lleve su voz hacia otra parte inmune al boicot. 

Fecha yin-yang, el orden y el caos, lo blanco y lo negro, cercano y lejos. Sobre el final de la semana, que es también principio, ahí donde converge, se dio este equilibrio. SALUD!

martes, 9 de septiembre de 2014

Los Tabaleros en su salsa



En definitiva, es el sabor de lo hecho en casa lo que perseguimos. No importa si lo que estamos buscando es matar el bagre o si necesitamos alguna música que nos sacuda el alma, que rime con las penas propias o celebre las alegrías ajenas. Algo casero, de nuestra casa, de alguien o alguienes o aliens que sean una casa, que tengan esa calidez, la justa tibieza.

Es por esto que el viernes último desatendí todo consejo de guarecerme de la lluvia y el tirón y me arrimé hasta El Gorrión Negro para chusmearle la choza a mis queridos Tabaleros, y verlos fulgurando en su salsa. Ni bien crucé el umbral, lo entendí. Ahí estaba todo revelado, como en la visión de una hechicera. Un patio acogiendo camaradas devotos de los buenos ratos, un pasillo, puertas crujiendo, una mesa donde  brindar “a la santé du Colonel”. Y en el fondo, por supuesto, el lugar donde se cuecen los manjares y a fuego lento se guisan las canciones que prometen para el tercero.

La cocina, sin embargo, no tiene límites. Quizás el ritual empiece ahí, en la mesada. Después será cuestión de aderezar y al horno. Pero el fin es alimentar a los de afuera, quienes fritos en su propio sudor acompañan el acústico con coros y siguen atentos las picantes elucidaciones de Beto, “para la colectividad gitana que vende autos de segunda selección, una cuenca hermosa, un capricho”. Y para estos genios de la canción pampeana, todos nuestros aplausos adobados en cariño y admiración.

En un banquete donde sobra el talento, los músicos traen un puñado de folk-canciones para alimentar el alma. De entrada, “Bicicleta”, “Mi amigo el rey”, “Que no se vea”. Como plato principal, “El amor no existe”, “”Porque sí”, “Escalera”, “Niño” y dejando lo mejor para el final, llega como postre “Avión de papel” y el clásico “Zorro”, Tabalero´s version.  

Será que uno tiene mano para esto, otro conoce el ingrediente secreto, el truco justo. Unos cuantos deben de haber arrancado de gurises para cumplir la máxima de que el zorro sabe más por viejo. De seguro está el que le robó el recetario a la abuela, sin nunca haberlo confesado. Y no se me escapa el que nació con el don, y punto. Sea como fuere, y donde fuere, este sexteto con fuelle de yapa hace las delicias de todos los comensales, ninguna receta les gana y al final de cada show tiene al público comiendo de sus manos. Nada como una buena dosis de Los Tabaleros en su salsa. 

martes, 2 de septiembre de 2014

Sábado de película - Bestia Bebé & Valentín y los Volcanes en el Salón Pueyrredón


El relato fragmentado, como sucede los días después de que se decreta que hay fiesta en el barrio. La primera escena que llega tiene lugar en la madrugada del sábado, en el legendario Salón Pueyrredón. La Bestia Bebé tocando. Una vez más, es noche de vagos, patrullas, terror. Llegamos hasta acá tratando de encontrar un nuevo bar en la ciudad para ir, trenes que no andan más y las viejas F-100. Desde el vamos, se repite la misma imagen, cada vez con más fuerza, cada vez con más voces: cuando explota la popular, todos juntos vamos a cantar. Y ahí están todos, entonando los himnos hiteros a más no poder. La boca pastosa, otra escena sensorial: después de lo que te pasó, sé que es muy difícil seguir.

No importa, todo va a estar bien, no me expliques. Hay una de Bonitas Páginas que te va a levantar y ahora por fin: estamos bien, estamos muy bien. Busqué otras formas de pensar, otras formas de actuar. Pero esta vez, me sale así. Un personaje: Luchador de Boedo, ese que será siempre para el barrio el gran campeón. Una promesa: si bien, todos se olvidarán… todos, menos yo. La escena final: hey-ho ramonero al ritmo de Embajada Boliviana. Una idea descabellada: hay una banda nueva, y es de las más grandes que hay. Podrán nacer nuevas estrellas, podrán gastar muchos millones más, pero a la Bestia Bebé… nunca lo podrán igualar!

Todos los sábados del mundo. Todos los sábados del mundo y yo acá, viendo a Valentín y los Volcanes cerrar la fecha. Si todo lo que me hace bien, es justo lo que me hace mal. Y todo lo que me hace mal es lo que más disfruto yo. Miro el reloj, el tiempo no existe. Hace horas que pasó la medianoche, hoy he envejecido un poco más. Mala suerte, soy el hijo de la oscuridad. Prendidos fuego todos los clichés, la banda de Jo, el gran hombre de este planeta, se apodera del escenario. Toma uno: Todos se fueron, todos menos vos y yo. Frente al escenario hay una danza amistosa. Crujen los pisos, aunque hayamos dejado de caminar. Tendremos tiempo para creer, ahora resta entregarse y bailar. Nuestros caminos, nuestros destinos. “Vamos, vamos, baila conmigo esta noche”, Eso pide cada acorde de los tracks de la lista, pegada en el piso, con un poco de cerveza que se volcó en sus esquinas.

Le dan Play al viejo walkman blanco y todo cobra su sentido adverso: cayó la noche a la ciudad, los terremotos siempre están adentro de casa. Toma dos: Dejemos todo y vámonos de esta ciudad, los chicos de Orense no dormirán jamás. La heroína de la historia, Mi pequeña Napoleón, a quién irás a conquistar en este día, si los días felices no están hechos para vos, y el tren que pasa muy lento te habla de amor. Y cada día será una noche, mientras tu madre te extraña. Toma final: En el futuro te volveré a ver, adonde sea que sea que estés. Aunque tenga que tomarme todos los Plaza que atraviesan ese universo cuadrado. Porque, hay que admitirlo, siempre es lo mismo: nuestra casa está fuera de la gran ciudad.