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martes, 30 de abril de 2013

Un torneo de ROLLER DERBY o cómo ser una chica ruda de verdad - la contienda



El primer enfrentamiento tiene lugar, y las reglas me son ajenas y misteriosas, y así será hasta el final, pero de todas formas la velocidad del partido y todas las señas que lo acompañan lo hacen de lo más entretenido. La luz del sol de la tarde entrando por los rincones le da al partido ese tono pintoresco de atardecer de domingo que contrasta con cada choque entre bloqueadoras, y los nombres de fantasía de las jugadoras hace las delicias de los amantes de los bautismos y de los alter-egos.

Entre partido y partido la rivalidad se disipa, y al ritmo de la música las chicas juegan al juego de la silla, se abrazan, se felicitan, se ríen y se divierten como si la competencia consistiera en ser quien la pase mejor, quien mejor sepa disfrutar del momento.

Como quien no quiere la cosa, la noche cae para cuando la segunda contienda tiene lugar, y así de oscuro y encantador será el segundo partido. Las chicas tienen más fuerza que antes, la energía no puede contenerse y detona en cada vuelta. Las jammers van girando y girando a toda velocidad, las bloqueadoras colisionando, el árbitro indicando que hay pack, y la furia desatada por ganar puntos en dos minutos.

Chicas rudas girando en círculos, estallando en choques de mil colores en cada vuelta, verdaderas mujeres bellas y fuertes. No salgo de mi asombro, llega el lunes y me sorprende todavía pensando en ellas. Ay, quién pudiera ser una verdadera Roller Girl!


PS. larga vida a la mejor CC.CC mitad

lunes, 29 de abril de 2013

Un torneo de ROLLER DERBY o cómo ser una chica ruda de verdad - La Previa



Planificar el anti-domingo es una de mis ocupaciones predilectas, y las propuestas nuevas son todo un desafío. Alguien lo hace por mí, y se aparece con un torneo de Roller Dorby bajo la manga, en pleno barrio de Boedo, un domingo soleado de abril a las 16hs. Claramente, la oferta parece cubrir todos los requisitos para consagrarse como la más original hasta la fecha. Las expectativas son altas, la ansiedad corre en el mismo nivel, y la semana que se va se lleva con ella la paciencia.

Llega la hora, y a dos cuadras de una de las esquinas más arrabaleras de Buenos Aires algo distinto empieza a gestarse abajo de la autopista: las jugadoras están llegando, se las ve de lejos, se las siente. Con su pasión irrefrenable, con esa garra que luego desplegarán en cada jam, con esas piernas esculturales envueltas en medias de lycra, en medias de algodón que se colocan cautelosa y sensualmente por encima, en shortcitos diminutos, ajustados y sugestivos. Todas esas piernas largas como autopistas, detentando todos los colores y todas las texturas, capturando nuestra atención toda por un rato.

Y los patines de dos ejes, claro. Setentistas y contemporáneos, los patines de colores, los cordones de colores, las ruedas de colores, los frenos de colores. Y en el extremo opuesto del cuerpo, los cascos. Los cascos llenos de calcos pegadas por todos los frentes, los cascos negros, rojos, amarillos, rosas, fucsias, blancos. Toda esta estética que invade el deporte, que lo empapa y le da esa identidad tan singular. Me lleva un tiempo superar el encandilamiento que me genera esa tormenta en todas las tonalidades, que es absolutamente fascinante e hipnótica.