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domingo, 17 de agosto de 2014

Licencias poéticas, que le dicen



Traté de decirlo antes, pero usar palabras es cavar una fosa. Leerán otros, habrán antes, pero Hernán es la piedra angular. Palpitaciones, el músculo existe. Agitación, conmoción, desconcierto. Amor. Un poema que sea una casa, un poeta que sea todas las ventanas abiertas. El manantial, un haz de luz, la luna aullando, mi cuerpo ahogado en un grito, todo lo verdadero. Poesía y música en El Universal, entrelazadas, tejiéndose.

Siempre que se pueda escuchar de su voz, que se haga. Florencia Ruiz, tiñendo la noche con la belleza de su guitarra. Pipo Lernoud, esa sabiduría con bigotes que juega en versos e invita al violoncello de Lautaro Aledda. Flopa, miniatura inmensa germinando en continuado. Y Malatesta, claro. Roberto Malatesta que desvió el río hasta este lugar. 

Después, nada es igual. Al día siguiente, en la próxima vida, al despertar de la mañana de tu cuerpo, lo ves distinto. Un bicho durmiendo en tu cama. Efecto dominó. Las fichas se caen, hacen su pequeño estruendo. Todo porque su voz te llegó. Que su palabra te encuentre. Esta noche, ahora, y para siempre. 

domingo, 1 de diciembre de 2013

todas y cada una de las noches se escapa este bicho mañero




Traducir la agitación que un poema despierta es quizás en vano. Mejor leerlo, mejor escuchar a su autor recitándolo. Mejor ir a la presentación del último poemario de uno de esos poetas que sabe dónde y cómo una palabra es flecha que se clava directo en el seso. Leen amigos, cantan amigos, todos celebrando el nacimiento del décimo. Condensar sensaciones en una reseña a veces no tiene sentido, aunque la emoción esté a flor de piel, erizada toda, a punto de despegarse de la carne y flotar. Flotar en el aire que está invadido por palo santo, por ese bicho difícil de asir, por canciones que son de ensueño y de sirenas de tierra. Sólo que exista la posibilidad de rescatar algo, de que esa noche no se diluya en el calendario. Para cuando la rutina amenace, tener líneas donde ir a resucitarla, un bicho nuevo para acariciar mientras la noche, maldita, nos consume los días.