La cita es en el Matienzo el último jueves de
invierno, aunque la temperatura en la ciudad niegue la estación. La terraza es
la principal aliada para mitigar la espera. En algún rincón me siento a mirar
la gente llegar, y me despido de la locación que tantas noches de algarabía me
regaló con nostalgia, pizza y birra.
Antes de que suenen las campanas de medianoche,
NUBES EN MI CASA copa el escenario. La voz de Josefina va desplegándose por
encima de las capas de sonido de ensoñamiento que son las canciones de Me suelto y vuelvo, último disco de la
banda. Intensidad de paisajes que van sucediéndose entre tema y tema, el
público lo recorre desde el suelo, sentados al pie del escenario. Suenan como
esa caricia después de la caída, el soplido sobre la herida, ese alivio que
llega en el momento justo. A puro pop, pero del intenso y variado, logran crear el clima propicio para el inicio de una noche que promete ser larga. Se
despiden con “Mareo”, la canción que cierra su primer disco, y se retiran del
escenario como si se los hubiera llevado la corriente, pero el mar quedó
agitado.
Es el turno de MINISTERIO DE ENERGÍA, estos
paladines del synth pop que arrasan con un sonido tecno, que llega a los oídos con
frescura y compás. Pero para que la ola energética nos arrastre, falta todavía
salir del trance. Aún están los cuerpos echados en el piso, ¿por qué están
todos sentados?, pregunta el primer entusiasta alzando la mano e invitando al
agite. Las canciones llegan desde su disco debut El mundo today, e inundan el recinto con ese efecto de expansión
que alcanzan desde los sintetizadores hasta las guitarras. Piden más teclado,
pero claro, si de eso se trata. “La
música nos transporta donde ya nada importa”, así reza la letra de “Caminar”,
y bien podría ser esa la oración que resuma el show que da la banda esta
noche.
La pasarela que regularmente se abre entre el escenario y
el público desaparece. Es que VALENTÍN Y LOS VOLCANES da la patada primera con
“Piedras al lago”, canción incluida en Play
al viejo walkman blanco, disco editado en el año 2010 que los posicionó
como referentes de la escena independiente platense, y que se ganó un lugar de
privilegio entre mis favoritos. Es que Jo hace poesía de la cotidianidad y eso
es siempre un lindo mimo. “Punto santa
clara”, justifica la trama de su chaleco celeste y el gusto por hacerlo uno
mismo. Jo es adorable, tanto, que fundó el club y todo. Resulta que depende de
la óptica desde donde se lo vea. Mi maestro me enseñó a meterme y saltar para
vivirla y contarla. Y ahí estoy, con la voz en llamas y los pies bailarines. La
gente del lugar pide que no saltemos, inútil que lo hagan. Si toca Valentín, no
se puede estar quieto. Suenan bien, su música es sublime, la energía está
circulando. Facu Tobogán es, una vez más, un chico de Orense. Responden al pedido
de bis y desde la oscuridad se despiden con los últimos temas. Otra vez más
estos homeless platenses le devolvieron a la ciudad la energía que su ritmo
citadino aniquila.
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