Un fin de semana puede parecerse a un blue hole. Entonces, la
distancia del norte al sur puede medirse en 24hs y 20 conos formando una línea
perfecta refractando naranja gastado. No es que el humor negro no esté
permitido, es que se ríe más intenso cuando la Stella es del mismo color. Una visita a los
bosques de noche, y en el cuadrado perfecto el FIFBA suena a folklore. Por la
sangre de cada quien correrá lo que marque el pasado, y eso es inevitable. La
mía corre más roja, caliente y rápido cuando el ritmo lo marca el bombo
legüero. Me cuestiono mi origen porteño, pero todo entiendo y perdono cuando
escucho tronando el compás campero. Seguro en otra vida fui una china hecha y
derecha. Hoy, por las dudas, me enlazo el pelo en trenzas. La sonrisa me crece
al ritmo de una chacarera santiagueña. Soy de polvo y pasto, de tierra adentro.
Sapucai suicida y se va la segunda.
Pisando un poco para llegar a tiempo.
A la altura de La Usina la tele se apaga, alcanza con describir sin nombrar la cosa
que se quiera decir. La Trastienda está retrasada unos 50 años, las cortinas
púrpura son designio de los zombies que no duermen, de las largas noches de
ojos colorados que no se achican. La Familia de Ukeleles nos convocó a todos y
al llamado acudimos, suena el serrucho y un bolero Meliso, la sala está
completa y el show termina a todo trapo y antes de que entienda que lo bueno
si breve.
Me quedé pensando en los que cruzan los
brazos para ahorrar energía, y entendí eso que dicen de la flotabilidad neutra.
Practico regulando la entrada y la salida, inhalo/exhalo, oxígeno y eso que si
se recicla contamina que no es el agua, ni los tanques que duermen en las
terrazas de los edificios. Hay fines de semana en los que las giras son en
espiral, el tiempo relativo y el sabor como a despedida en loop.
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