Desde mi bunker, saludo al sol. Le digo “hasta
luego” en un idioma hecho de señas y susurros, y me encierro en ese galpón que
es la sala Villa Villa del Centro Cultural Recoleta a esperar que Los Animales
Superforros arranquen su show en el marco de la 6° edición del festival Ciudad
Emergente.
Ya adentro y a oscuras por completo, son las
17:15hs y Los Superforros están enchufándose. “Bienvenidos a nuestra prueba de sonido”, bromean en serio. Tímidos,
los miramos desde la negrura del fondo. Nos invitan a dar un paso al frente y
hacemos caso. “Nos vamos a maquillar y
volvemos”, prometen y cumplen, y en el horario estipulado según la grilla
se identifican y arrancan “Somos Los
Animales Superforros, gracias por venir a todos, así suena nuestra primera
canción”.
El primer tema resume su espíritu, esa mezcla que
resulta en una psicodelia andina, sonido autóctono reversionado. Samplers,
sintetizadores, charango, flauta. Todos esos revolviéndose a fuego lento en una
olla musical que entrega como producto final una canción hecha de fusión, “Tierra
Mojada”. Tema que cierra su EP “Coplas”, único registro que llevan editado
hasta el momento.
Van a ir sonando “Superfurrie”, “Copla del
Pensamiento”, “Señor de la Montaña” y, para alegría de los fanáticos de estos
especímenes multifacéticos, los chicos presentan algunos temas nuevos, que van
alineados con la estética musical de los que trae su EP. Anécdota y versión
bonita de una canción en alusión a María de la Rosa Mística.
Giro, porque extraño el fondo. La sala está
llena, los dientes blancos relucen en las sonrisas de los que se acercaron a
ver. Juan y Ezequiel cantan de perfil al público, enfrentando sus miradas. Eso es
también parte y resultado de la magia que en vivo suscitan. A puro contraste,
charango-teclado, poncho-gorrita, eléctrica-criolla, los superforros van
intercambiando posiciones y construyendo el clima.
Me despido de la hora rosa acá adentro, con
todos los colores que LASF traen desde el altiplano y todos los sonidos que amalgaman
entre sus acordes. Hubiera sido provechosa la terraza, ahí donde el sol se
clava de lleno en los ojos, calienta la sangre que a veces se derrama sobre
canciones que suenan como la tierra que pisan los músicos que cantan, las
bandas que agitan, los pogos que claman.
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